lunes, 22 de febrero de 2016

Se me lengua la traba

La lengua de algunos niños necesita un poco de entrenamiento para ayudar a su aparato fonador a pronunciar bien todos los sonidos. 



Los pediatras pueden detectar casos de dificultades en el habla en niños que presenten repetidas afecciones de oído, anginas, ventilación... No obstante, padres y maestros, especialmente a partir de los 4 años, debemos fijarnos en cómo se desarrolla el lenguaje de los niños y, si es conveniente, derivar a una logopeda que le ayude a solventar esas dificultades que le impiden pronunciar correctamente.

Una actividad divertida son los trabalenguas. Se trata de un texto breve y de difícil articulación que exige mucha concentración y algo de desparpajo. Escogiendo los sonidos que queremos practicar podemos conseguir tanto corregir un fonema como agilizar la velocidad del lenguaje. 

Esta semana mis niños de P5 han logrado decir "Corazón de la recorazonería" sin equivocarse y tras varios días de práctica. Trabajamos el sonidos /c/, /r/ y /rr/.

Hay muchísimos: 
Yo compré pocas copas, pocas copas yo compré y como yo compré pocas copas, pocas copas yo paguéPerejil comí, perejil cené y de tanto comer perejil, me emperejile.El perro de San Roque no tiene rabo porque Ramón Ramírez se lo ha robado.Si el brujo embruja a la bruja y la bruja embruja al brujo y el brujo la vuelve a embrujar ¿cómo se desembrujará la bruja?
Ó los clásicos "Pablito clavó un clavito..." 



Otro juego que ya os propuse hace un tiempo es el de "La Señora Lengua". Las praxias nos ayudan a hacer movimientos específicos con la lengua, haciendo al cerebro consciente de lo que queremos hacer.


Soplar velas, hinchar globos, hablar con un corcho en la boca, hacer gestos exagerados con la cara o con un palo de helado en el paladar... ayudan a tomar consciencia de dónde debemos colocar la lengua para cada fonema.


El aprendizaje, cuanto más divertido, más profundo. Reírse es un elemento fundamental para el desarrollo del ser humano ya que además de mejorar nuestro estado anímico nos ayuda a recordar mejor eso que aprendemos debido al buen rato que hemos pasado.

lunes, 15 de febrero de 2016

Postureo

No es sólo lo que digo sino cómo lo digo. Y este cómo incluye varios aspectos: la voz, la postura, los gestos, la respiración y las emociones. Eso nos comentaron Quim Casas y Sergi Font, fundadores de la empresa Blauter Produccions, que ofrece cursos de formación especializada para la mejora de la comunicación personal a través del control de nuestro cuerpo y el dominio de la voz.

Y es que resulta que nuestro cuerpo, nuestros silencios, nuestra respiración, gestos, expresiones, tono de voz, incluso las emociones que hemos ido acumulando determinan la intensidad y la eficacia del mensaje que vamos a expresar. Es lo que conocemos como comunicación no verbal.


El sábado tuve la suerte de asistir a una formación para profesores organizada por el colegio en la que Blauter nos resumió todo el programa de oratoria y eficacia comunicativa que están implantando en Primaria y ESO dando soporte a las técnicas y herramientas que aquí ya utilizan los alumnos.

Toda esta información fluye en la comunicación oral sin que seamos conscientes de los mensajes subliminales que emitimos o recibimos al hablar. Hay varios aspectos que un profesor debe tener en cuenta a la hora de comunicarse con sus alumnos y que son aplicables a todo ámbito comunicativo:



  1. La postura al hablar en público ha de ser nuestra aliada, nos ha de dar seguridad. Los pies bien plantados en el suelo y la sensación de que un hilo te estira desde arriba muestra seguridad al resto y nos llena de confianza.
  2. Nuestro tono, volumen y velocidad de voz pueden inclinar la balanza hacia nuestro favor o en nuestra contra. Debemos adecuarlo al público y a las dimensiones y características del lugar. La monotonía es la mayor de las enemigas de dicha balanza, para inclinarla hacia el éxito es importante que juguemos con las pausas, los cambios entre agudos y graves, ritmo rápido y lento... Y los peores cuidados para la voz: la tos y los lácteos.
  3. Por imposible que parezca, la respiración es contagiosa. Si el profesor (papá o mamá) tienen una respiración agitada el niño, solidariamente la asumirá y en consecuencia se agitará. Lograr una respiración abdominal permite el control de las emociones y mejora el uso del aparato fonador.
  4. Las emociones inundan nuestro interior. La respiración nos ayuda a dominarlas y esto hace que el discurso en público sea más seguro y convincente. Las emociones las evocan los gestos de los demás, los recuerdos, lo visto, lo oído, lo olido, lo saboreado, lo tocado,...

A través de distintas dinámicas aprendimos la manera de llevar toda esta teoría a la práctica. Empezamos por la corrección postural tanto de pie como sentados, quien nos habría dicho lo que puede llegar a cambiar un discurso nuestra posición al darlo. A continuación hicimos juegos realmente complicados para modular la voz, como por ejemplo lanzar una pelota y que su trayectoria diga lo mismo que tu mensaje en tono, volumen e intención. Aprendimos a respirar "hinchando" la barriga y no el pecho y a relajarnos a través del masaje entre compañeros. La relajación por parejas implicaba un segundo estadio: la confianza. La practicamos con el juego del péndulo: estás relajado y confias en mi; déjate caer con los ojos cerrados y yo te sostendré. Impresionante. Por último un juego de estatuas y otro de rolplaying para trabajar la contención y la expresión de las propias emociones.



Y es que esto del postureo es todo un arte.

lunes, 8 de febrero de 2016

Comodín de la llamada

Existe un "estudio" realizado por Telefónica cuyos resultados son del todo curiosos.


Si esto sucede entre adultos, imaginad la fuerza del vínculo que une a un niño con su referente más importante: sus padres. Para los niños no hay papá o mamá más fuerte, inteligente, guap@, valiente... que el suyo propio. 



El caso es que hay dos factores a tener en cuenta: el primero es que la niñez no dura para siempre. El segundo es que esta red no es algo que surja de la noche a la mañana, ni como consecuencia de complacer y ceder a todos los caprichos materiales. 

Este hilo invisible entre padres e hijos es algo que se cocina a fuego lento, un caldo en el que hay de todo. Os dejo una receta tradicional aunque ya sabéis que para gustos los colores:

- 2 litros de amor,
- 10 de paciencia,
- un par de porciones de exigencia,
- 3 kg de perseverancia,
- unas cuantas charlas y conversaciones,
- dos cucharadas de límites.

Mezclar los ingredientes, llevar a ebullición en un ambiente sano y estimulante, dejar reposar por años y servir con amabilidad y delicadeza.

Aderezar al gusto con toda la alegría y el tiempo que se pueda.

Si el día de mañana queremos ser el teléfono recordado al que llamarán nuestros hijos, debemos esforzarnos en darles seguridad y afecto. Con esta receta es difícil que lo olviden.

Todos disponemos de los ingredientes, ahora sólo hay que cocinarlos. 

En unos años, recibiremos esa llamada. El guiso estará a punto.