miércoles, 31 de agosto de 2016

I've got the power

En este mundo de inmediatez, de impaciencia y de autocomplacencia se están perdiendo algunas buenas costumbres como la gratitud.

He leído que la Madre Teresa de Calcuta al rezar y pedir por los demás, daba las gracias a Dios como si ya le hubiera concedido los favores. 


En el libro "El secreto" se refieren a la gratitud como una herramienta poderosa, capaz de cambiar nuestras vidas atrayendo cosas buenas. Dar las gracias es hacerse consciente de lo bueno que uno tiene, es sentirse afortunado. Ser agradecido con los demás hace que la gente nos perciba como alguien amable y considerado.

En una entrevista para el diaridetarragona.com, Víctor Kuppers respondió a la pregunta "¿Qué tenemos que trabajar para tener una buena actitud?" de la siguiente forma:
Hay muchas maneras. Aprender a ser alegre, ponerle ilusión a las cosas pequeñas, relativizar los problemas, ser agradecido, pero sobre todo el gran secreto y la forma más sencilla y eficaz para ser feliz es ser amable. Y la vida nos da 300 oportunidades cada día para hacerlo. Aplíquese esta frase de la Madre Teresa de Calcuta que me parece espectacular‎: «Que nadie se acerque jamás a ti sin que al irse se sienta un poco mejor y más feliz».

La gratitud es una virtud que no viene en la carga genética. Se ha de inculcar y va mucho más allá de la palabra gracias. 

Inculcar la gratitud en un niño no es una tarea fácil hoy en día, cuando todo es fácil de conseguir, el esfuerzo cada vez tiene el listón más bajo y la variedad de cosas a escoger nos desborda creando falsas necesidades. 

Para que la actitud de agradecimiento nazca en un niño tiene que residir en su casa. Los adultos somos responsables de mostrar agradecimiento hacia las cosas que vivimos y tenemos. Aquello tan típico mío de "lo que toca, toca, y con alegría" iba por aquí. El camino es encontrar algo cada día por lo que dar las gracias: el buen tiempo, el paseo en familia, el baño en la playa, la cena en un restaurante... Lo más difícil es sentirse agradecido por las cosas que nos parecen normales: una ducha de agua caliente, que "toque para comer" la comida que más me gusta, que mi hermano me deje su pistola de agua...

Una buena manera de fomentar la gratitud es valorando las cosas pequeñas en voz alta. También es importante destacar y dosificar aquellas cosas especiales, de manera que si hoy de merienda hemos ido a comprar un helado ayudemos a reflexionar al niño sobre la suerte que hemos tenido de una merienda tan especial...


El otro día le dije a mi sobrino Álex (6 años), al que por vergüenza le cuesta dar las gracias, que las personas agradecidas son más poderosas y más capaces de conseguir todo lo que se proponen porque al ser amables y darse cuenta de las cosas buenas que tienen, los demás solían comportarse con ellas del mismo modo: con gratitud y amabilidad. Tras unos minutos de reflexión, sonríe y me dice: Ah... ¡Gracias por decírmelo! A partir de ahora voy a conseguir ese poder.

miércoles, 17 de agosto de 2016

En alta mar

"Nosotros queremos hacerlo bien, Ana; pero ¿cómo?" me decía Cristina mientras ellos echaban el ancla en alta mar. El Golfet es un sitio bueno como cualquier otro para compartir experiencias e inquietudes sobre el tema que me apasiona: los niños.

Aunque el suyo es muy pequeño, de tan sólo 6 meses, mi consejo para la educación de Germán y para la mayoría es siempre el mismo: afecto, rutinas, autonomía y sobre todo sentido común. Esta es la combinación perfecta para que los niños crezcan seguros, despiertos, críticos, con recursos...


"¿Y qué opinas del uso de móviles y tablets? A mi no me gusta y cuando el niño se pone pesado intento distraerle con otras cosas: le llevo a tocar las hojas de los árboles, abro el grifo y le dejo jugar con el chorro de agua... pero evito usar el móvil para entretenerlo. Tampoco le pongo Baby Einstein". Y yo, desde aquí, os felicito Cristina. Los niños desarrollan las conexiones neuronales gracias a la exploración sensorial. Estimular sus sentidos es casi una necesidad en edades tempranas, les motivan y despiertan su curiosidad además de favorecer otras habilidades como la motricidad gruesa y fina, las relaciones causa-efecto, la interacción con el adulto... ¡De verdad que estáis haciendo un buen trabajo Cris!


"Hay niños que no obedecen, que sus papás viven sometidos a sus necesidades y sus caprichos. ¿Qué hacemos para que no se convierta en un niño así?" Básicamente dos cosas: poner límites a su comportamiento estableciendo sus correspondientes consecuencias y evitar sobreprotegerlos. Los niños capaces de reconocer autoridad en sus padres y respetarla suelen tener un mejor comportamiento, pero ya hemos dicho muchas veces que la autoridad hay que ganarsela. Además, a mayor autonomía y claridad en las órdenes y las responsabilidades que se le dan, menor es la probabilidad de criar un pequeño tirano.

Es un hecho que la educación es una responsabilidad muy grande. A veces no somos conscientes que ante los ojos de un niño cada gesto y cada palabra, para bien o para mal, tienen un efecto en la educación de los niños. 

martes, 9 de agosto de 2016

Sin rumbo ni dirección

Estos días de vacaciones nos permiten relajarnos, ser más flexibles en las rutinas y los horarios y variar nuestras actividades de ocio. Lo curioso es que los niños de hasta 6 o 7 años se conforman con poco: sólo necesitan mucho espacio para correr y moverse a sus anchas.


Da gusto ver las plazas, los paseos marítimos, los parques... llenos de niños corriendo sin rumbo ni dirección. Patines, bicis, motos, patinetes, cochecitos de muñecas... Arriba y abajo como si llegaran tarde a ningún sitio.

Ayer había clase de aerobic gratis en la plaza de la iglesia de mi rinconcito de la Costa Brava. Pasábamos por ahí de camino a casa y mi sobrino Tomás, de 3 años, sintió la necesidad de ponerse a bailar con el pelotón. Mientras la profesora iba dando instrucciones tipo "¡Izquierda, derecha! ¡Vuelta! ¡y súbelo, súbelo!", Tomás tocaba varias teclas a la vez: doy la vuelta y salto y ahora corro hasta donde está mami y vuelvo a la coreografía y persigo a mi hermano y me uno al baile y encuentro una piedra y la lanzo y sigo bailando y... así hasta treinta minutos. Al acabar la clase, me mira satisfecho y me dice "Ana, he bailado mucho". 


Los niños necesitan correr, saltar, tropezarse, trepar, saltar... ¡moverse! para lograr un correcto desarrollo de su aparato motor, pero también cognitivo, social, de autoconocimiento y autoestima. Y es que moverse, desenvolverse con seguridad y autonomía en el entorno, garantiza una mayor calidad en los aprendizajes. 

En una entrevista para La Vanguardia, Steve Hughes define niño como "el creador del hombre que será". El entorno, las experiencias gratas que se lo ofrecen, las posibilidades de exploración de estimulación que se le dan... todo esto favorecerá la creación de un hombre o una mujer con más habilidades y aptitudes el día de mañana. 


Siendo más precisos en lo que respecta al movimiento, según Hughes (e infinidad de estudios y de neuropsicologos) el cerebro infantil se desarrolla mediante el uso de la mano, de ahí la importancia de darles autonomía y variedad de materiales y actividades para que ejerciten sus manos lo máximo posible. 

Me encanta ver la llegada de un niño a la playa o al parque, cuando sienten que "el espacio es suyo" y corren sin mirar atrás, como si tuvieran que conquistar el lugar. Igualmente, como dice Hughes y como trabajamos en las clases de infantil, el niño que aprende a atarse los cordones de los zapatos, a aborcharse los botones de la bata o la cremallera del abrigo sin ayuda y puede salir al patio el primero, "se siente autónomo, realizado, vive el mundo" y  sintiéndose "seguros de sí mismos, lo aprenderán todo más rápido".



Demos libertad a sus movimientos, como reza la cabecera de este blog: "Ahora los niños trabajan como si yo no existiera" (Montessori).

martes, 2 de agosto de 2016

Domesticar

Parece mentira lo rápido que pasa el tiempo. Ya he vuelto a casa después de un mes trabajando en Irlanda. ¡Vacaciones en modo on!

La infancia también es una etapa fugaz en los niños. A veces nos empeñamos en acelerarla, pretendiendo que los peques se hagan mayores antes de lo que les corresponde. Otras veces, al contrario, intentamos anclarlos a un periodo que necesariamente ha de pasar, alargando el uso del chupete o el pañal, hablándoles como si fueran bebés de cuna... Como siempre, en el término medio está el acierto.

Los niños necesitan crecer y desarrollar su propia personalidad. Obviamente, la educación que los padres eligen para ellos es determinante y modela los rasgos de su carácter, sin embargo, muchas veces, sin darnos cuenta, incidimos en su desarrollo de forma negativa.


En estos días de vacaciones tenemos la oportunidad de descubrir la esencia de cada niño buscando y potenciando lo mejor de cada uno de ellos. No se trata de hacer deberes, planes, actividades especiales o comprar todos los caprichos que el verano pone a nuestro alcance. Se trata de "domesticar":


Puede sonar rudo, deshumanizado pero traducido al lenguaje real, es la principal labor de la familia y de la educación: crear lazos.  

Educar es un "trabajo" exigente y continuo, a jornada completa y a tiempo indefinido. Cada gesto, cada acción, cada respuesta o actitud dejan una huella mayor o menor en los niños que van perfilando su personalidad.


Es cierto que hay niños con un temperamento fuerte, difíciles de "domesticar". A veces es por su exceso de energía, otras por las circunstancias familiares o los problemas de salud lo que hace complicado el proceso educativo. No obstante, como en la mayoría de los casos, la paciencia es la herramienta más útil en estas circunstancias. A partir de ahí, todo consiste en poner prioridades entre las semillas que queremos sembrar en el corazón de los niños. El sentido común juega un papel importante a la hora de poner límites y dar responsabilidades y autonomía a los niños: hemos de saber cubrir sus necesidades motrices, intelectuales, emocionales de manera que siempre sea el adulto el que lleva las riendas; pero ¡ojo!, no sólo para frenar sino para guiar, motivar, enderezar... "domesticar".



En cualquier caso, todos somos únicos, especiales. Como entre el Principito y zorro, como entre padres e hijos, profesores y alumnos...