lunes, 17 de abril de 2017

Fuenteovejuna

No me cabe duda: la colaboración familia-escuela para la educación de los niños es clave para garantizar su desarrollo integral. En mi experiencia como maestra he vivido varios casos que corroboran esta afirmación. 

Ha habido un niño en especial -llamémosle Pepe para preservar su intimidad- que pone día a día de manifiesto la necesidad de una relación fluida entre el centro y los padres. Después de tanto tiempo juntos y de tantas experiencias y situaciones, vaya por delante lo mucho que le quiero. 

Durante tres cursos consecutivos, desde el colegio hemos dado seguimiento a Pepe, al que hemos visto pasar por diferentes fases en su desarrollo. Como digo, en este tiempo, tanto el colegio como la familia hemos trabajado codo con codo para ayudarle a mostrar lo mejor de sí.

Si tuviera que definir en pocas palabras su "problema", diría: falta de autocontrol, especialmente en sus reacciones físicas. Su llegada a Primaria acentuó este descontrol emocional provocando dificultades en el trabajo y las relaciones diarias en el aula. Quizá esto no hubiera tenido tanta relevancia si dicha dificultad no se hubiera transformado en una etiqueta. 

Padres y escuela, conscientes de la situación, tomamos cartas en el asunto muy pronto y los resultados están siendo lentos pero esperanzadores. Existe una parte innata de la personalidad de Pepe que indiscutiblemente afecta a su conducta, pero el hecho de que su entorno le hubiéramos puesto esa etiqueta de niño retador, desafiante o pegón, ha retrasado muchísimo la adquisición del control de sus emociones. Cambiar el concepto que Pepe tenía de sí mismo y que los demás tenían de él ha sido un trabajo delicado y complicado; sin embargo, los frutos están siendo muy positivos.

El sentido común de todo educador permite gestionar ciertas situaciones de falta de control: cambiar de tema, poner distancia física a la circunstancia que lo provoca, destacar lo bueno de él, advertir y llevar a cabo la consecuencia, relajar al niño...


La colaboración del Dr. Joaquín Serrabona, ha sido crucial para tratar y aplicar un tratamiento (son cosas distintas) a Pepe evitando que ese autoconcepto negativo se convirtiera en creencia y parte de la personalidad del niño. Me permito compartir aquí las pautas que Serrabona compartió con los padres de Pepe y con el claustro de profesores y que nos han ayudado a todos a propiciar un cambio en su conducta:

La mejor versión de Pepe:
- La manera en que Pepe se relaciona con su entorno tapa "la otra parte" de su carácter: cariñoso, inteligente, afectivo... Hay que encontrar maneras para reforzar esta otra versión positiva de Pepe.
- La falta de autocontrol puede deberse a una visión egocéntrica del mundo que no le permite ver lo que el otro piensa o siente; ni en sus acciones, ni en sus palabras.



Desconfianza: en situaciones de estrés, su manera de protegerse es atacando. Protegerse...
- del entorno: trabajar para cambiar su interpretación del mundo, la narrativa. 
- de las personas: evitar que perciba las relaciones con los demás o la corrección de sus errores como ataques o agresiones. 
- de sí mismo: actitud de omnipotencia (poder) o de fragilidad desvirtuadas: se siente más poderoso o más frágil (atacado) de lo que es en realidad. Su reacción es impulsiva, nuestra labor es acompañarlo hacia la realidad.

Situación: Pepe, por su edad (6-7), está en un momento crucial para el desarrollo de su personalidad. El éxito del tratamiento depende un 80% del contexto y un 20% de las acciones concretas. Para que el contexto sea favorable y agilice el tratamiento de Pepe, centrarse en el TRATO:
  •  Vinculación: más allá del afecto; ser referente y autoridad, transmitirle protección, seguridad y límites.
  • Contención de la conducta: acciones preventivas, evitar que llegue la falta de control mostrando autoridad.
  • Reparación: no poner a Pepe en callejones sin salida, siempre debe tener una opción que le permita solucionar el problema/incidente.
  • Anticipación: si Pepe conoce el devenir de los acontecimientos será más fácil para él contenerse. Establecer marcas temporales, secuencia de actividades, consecuencias a posibles conductas...
  • Reconocimiento de los aspectos positivos de Pepe, de su buena conducta en un momento dado y de su reparación si fuera el caso. 

Efecto tribu: la familia ha compartido con los papás de los compañeros de Pepe su experiencia como padres. A pesar de lo difícil que puede resultar abrir el corazón y sincerarse con "desconocidos", encontrar la empatía y el apoyo en los otros ha sido muy positivo para Pepe. Lo único que se les ha pedido es comprensión y un pequeño trabajo de "desetiquetado" o lavado de imagen de Pepe en sus casas.


Por otro lado, a Pepe le han diagnosticado intolerancia al gluten y a la lactosa lo que implica que debe controlarse en la ingesta de muchos alimentos que contienen dichos nutrientes. Quizá deberíamos verlo como algo bueno y dar gracias a Dios, ya que este entrenamiento forzoso del autocontrol en su alimentación, junto con el cambio de dieta, está teniendo efectos notables en su comportamiento.

Conclusión: ¡Todos a una, Fuenteovejuna!