lunes, 26 de octubre de 2015

Secretos

En Highlands nos gusta llevar a la práctica las formaciones que recibimos. Tal y como ya os conté en otro post, en septiembre tuvimos la suerte de contar con la presencia de Daniel Gabarró en nuestro calendario de formación para el profesorado. Su propuesta se orientaba a la aplicación de los PNL para la reducción de las faltas de ortografía en los alumnos, sin embargo, quiso ofrecernos más. Resulta que Daniel Gabarró ha creado un campus virtual con una serie de materiales muy valiosos pero gratuitos y de gran utilidad para "la transformación positiva de la vida de las personas".

Profesores y personal no docente hemos entrado a "cotillear" esos recursos y, sin duda, vamos a utilizarlos para lograr dicha transformación. De hecho, ya estamos en ello. Hace unos días, la Srta. María Castells, psicóloga del colegio, llevó a cabo un taller de prevención del acoso escolar dentro del programa de integración escolar. Los alumnos están trabajando la virtud del respeto durante el mes de octubre y a María le pareció oportuno que comprendieran que, a veces, los secretos que nos confían los amigos hay que contarlos, sin que eso suponga faltarle al respeto o ser un chivato y alguien desleal. De hecho, lo que pretendía era que los niños vieran la importancia y la necesidad de respetarse a uno mismo y a los demás, cosa que los secretos no siempre permiten. Para ello tomó las palabras que Gabarró expone en este vídeo:

Si no puedes verlo pincha aquí.

Como veis, el objetivo principal del taller es proteger a los alumnos susceptibles de ser víctimas acoso escolar, animar a los observadores a contarlo para ayudar a las víctimas a salir de esa situación y ayudar a los acosadores a reconducir su conducta.

Nuestra psicóloga consideró más adecuado explicárselo con imágenes y ejemplos a los alumnos de primero a tercero de primaria; mientras que a los mayores les puso el vídeo de Daniel Gabarró y establecieron un pequeño debate en el que todos opinaban y buscaban situaciones concretas para saber si iban, o no, bien encaminados. A pesar de mostrar algo más de resistencia a la hora de concretar qué secretos iban a revelar a partir de entonces, el mensaje que acababan de recibir no dejó a nadie indiferente.

Durante la actividad, María centró la atención de los niños en el paralelismo que existe entre quererse mucho a uno mismo y proteger la propia identidad. Así, poco a poco, fue explicando que hay veces que tenemos que decir las cosas que sentimos, que nos suceden o que nos han contado y no por eso vamos a ser chivatos. Nadie puede dejar que le hagan sufrir ni tampoco puede permitir que otros sufran sin hacer nada para evitarlo. Así de bien es como lo entendió una niña de primero de primaria que también se llama María; ella lo tiene claro: 

Si no puedes verlo pincha aquí.
"...Si un compañero te fastidia y te duele por dentro, entonces se lo tienes que decir a un mayor, o si un mayor te dice: "no le digas esto a tus padres", se lo tienes que decir. Tus padres te escuchan, te entienden... te quieren. 
Si habéis planeado una merienda con tu amigo, no se lo digas a tus padres que has invitado a tu amigo si ellos no te han dejado..."
Es bueno encontrar momentos en familia para que todos esos secretos que guardamos y que nos hacen daño o hacen daño a los demás salgan a la luz, lograremos paz, alivio, comprensión y ayuda. Los papás y los maestros debemos generar ese clima de confianza y de confidencias buscando momentos de encuentro que ayuden a los niños a compartir sus alegrías y sus ilusiones tanto como sus angustias y sus preocupaciones.


lunes, 19 de octubre de 2015

Sin condiciones

Los padres quieren a sus hijos sin condiciones, o así debería de ser. Del mismo modo, los maestros educan a sus alumnos sin condiciones, o así debería de ser. Me refiero a no poner condiciones en el amor. Sean como sean, el amor debe ser el motor que impulsa a padres y maestros a llevar a cabo su labor educativa. Es algo que nace de lo más profundo de la vocación.


El otro día una amiga me leyó una historia que logró ponerme la piel de gallina:
Hace muchos años, un día como otro cualquiera, un niño llegó a casa y le dio a su mamá una nota: "mi maestro me dio esta nota para ti y me dijo que no la abriera bajo ningún concepto; que te la entregara".
La madre leyó la nota en silencio. Al terminar tenía los ojos llenos de lágrimas. El niño le preguntó:- Mamá, ¿por qué lloras?- Tu maestro me ha escrito esto: "Su hijo es un genio, esta escuela es muy pequeña para él y no tenemos buenos maestros ni recursos suficientes para enseñarle, por lo que deberá educarle usted en casa".
Y así fue. Muchos años después la madre de Edison falleció. Años más tarde, aquel niño convertido en hombre estaba revolviendo las cosas que tenía guardadas de su madre y encontró un papel doblado. Lo cogió y lo abrió. En el papel estaba escrito "Su hijo está mentalmente enfermo y no podemos permitirle que venga más a la escuela." Paralizado, lloró por horas. Más tarde escribió en su diario:
"Thomas Alva Edison fue un niño mentalmente enfermo, pero gracias a una madre heroica se convirtió el el genio del siglo."

Y es que ese amor sin condiciones que nos ofrecen las personas que tenemos por referentes y que despierta sentimientos de seguridad y confianza en uno mismo, son el impulso y la compañía que los niños necesitan para su desarrollo integral. La influencia que ejerció esta mujer en el autoconcepto de su hijo fue tan poderosa que consiguió encontrar un genio en alguien a quien otros rechazaban por falta de capacidades.

Si la reacción de la madre hubiera sido la de revelar la verdad a su hijo o trasladarle sus miedos y frustraciones, probablemente sólo habría logrado hacer realidad aquello que ponía en la carta: un hijo mentalmente enfermo, desmotivado, sin autoestima y con un concepto de sí mismo negativo y de incompetencia.


Una inyección de confianza ciega y de creencia en los niños es la mejor vacuna contra los retos y las metas que parecen más imposibles. Si creemos de verdad en las habilidades, las capacidades y las virtudes de los niños, con toda certeza se materializaran de un modo u otro.

lunes, 12 de octubre de 2015

¡Manos a la obra!

Os presento a Javi. Es mi sobrino. Tiene 4 años, va a P5, es de los pequeños de la clase ya que nació en diciembre. A pesar de eso y además de ser guapísimo, es un lince a nivel de lectura. 

La "tecnología" Blogger no permite abrir el vídeo desde Iphone, Ipad...
Mejor abrir con Google

Siempre ha mostrado interés y motivación por el mundo de las letras y, a base de acercarse a los cuentos y de fomentarlo mucho en casa, ha aprendido de forma "autodidacta". Además, Javi tiene muy buena memoria, retiene todo tipo de datos e historias: desde el gol del Barça al Levante en el partido de Copa de 2008 hasta aquello que nos pasó aquel día que estábamos juntos en el súper y... Su razonamiento lógico también es bueno, es capaz de deducir y comparar situaciones y de ofrecer respuestas a distintos tipos de problemas. Domina el contaje, la seriación, el cálculo... y su vocabulario y su expresión oral son excelentes. 

Cuando un niño pequeño tiene un nivel de lenguaje tan desarrollado, independientemente del nivel del resto de habilidades, invita a pensar que su coeficiente intelectual está por encima de la media. No siempre es cierto. Hay que ver el conjunto, desde el habla hasta las habilidades sociales, pasando por el razonamiento lógico-matemático, el desarrollo motor, la autonomía o la motricidad fina.


María, mi hermana, consciente de los puntos fuertes y no tan fuertes de su hijo me pidió que le mandara una propuesta para reforzar la motricidad fina de Javi. Tras una evaluación casera, a modo de juego, he observado que Javi no hace correctamente la pinza digital y que tiene poca fuerza en sus dedos. A pesar de que su desempeño en la escritura es correcto, su trazo, no es siempre continuo y su dibujo (especialmente la figura humana) es bastante inmaduro. 


En base a esto, ahí va mi consejo a todos los papás de Javis del mundo:

1. Fomentar la autonomía mejora la motricidad fina: abrocharse solo los botones, abrir y cerrar cremalleras, coger objetos pequeños (al poner la mesa, al recoger juguetes, al preparar su mochila...), abrocharse los cinturones de las sillitas del coche, usar correctamente los cubiertos (dando por hecho que comen solos), servirse agua, abrir y cerrar botellas, abrir los envases de las meriendas (galletas, barritas de chocolate...), y un largo etc. de todo aquello que sabéis que pueden hacer solos pero os anticipáis para terminar rápido. Es una inversión a futuro, vale la pena ser pacientes durante un tiempo.

2. Evitar a toda costa las pantallas: TV, tablets, móviles y maquinitas varias. Dedicar ese tiempo a juegos de cualquier tipo, en especial los relacionados con la motricidad fina o el juego simbólico.

3. Corregir siempre la posición de los dedos de manera que haga una correcta pinza al usar cualquier utensilio: lápices, colores, pinceles, cubiertos...

4. Ofrecer materiales variados para trabajar la motricidad fina fomentando el gesto de la pinza en todas las actividades.

  • Jugar con pinzas de tender la ropa: tender, hacer "serpientes" uniendo unas con otras, ponerlas en un soporte rígido...
  • Meter pajitas de refresco por los agujeros de un colador o granos de arroz por las pajitas.
  • Ensartar cuentas y bolas, pasta, piezas... en cordones de mayor a menor grosor según el progreso
  • Jugar a pinchitos
  • Jugar a Mikado
  • Jugar a construcciones de pieza pequeña. El modelo clásico de LEGO entraña una mayor dificultad de construcción pero implica más fuerza con las manos para unir y separar las piezas.
  • Dibujar y colorear
  • Modelar plastilina, barro, limpiapipas...
  • Ensartar gomas y coleteros en cilindros (rollos de papel de cocina o de papel de plata)
  • Clasificar legumbres variadas
  • Pegar y despegar pegatinas o cromos
  • En juegos de cartas, dejar que Javi reparta a cada jugador, cuente...
  • Abotonarse y desabotonarse la ropa
  • Subirse y bajarse las cremalleras
  • Abrir los envases de comidas y bebidas (yogures, madalenas, chocolatinas, zumos, refrescos,...)
  • Pelar furtas como el plátano o la mandarina
  • Cortar celo en su soporte
  • Desatar nudos
  • Jugar con pelotas de presión o antiestrés, haciendo fuerza.
  • Tapar y destapar cierres a presión (rotuladores, tuppers,...)
  • Los denominados "Quiet books" también son una opción divertida y completa

En cualquiera de estas actividades es imprescindible que estemos atentos a que se ejerciten especialmente los dedos implicados en la pinza digital y se haga de forma correcta.

Estoy segura de que con un poco de paciencia y práctica la mano de Javi estará a la altura del resto de sus habilidades. Hoy más que nunca ¡manos a la obra!

PD: Gracias Javi y papás por dejarme compartirlo, ¡espero haberos ayudado!

lunes, 5 de octubre de 2015

Lo que tú digas

La capacidad de persuasión de los adultos sobre los niños es directamente proporcional al nivel de autoridad y de seguridad que ofrecen los primeros a los segundos. Cuando un niño confía en ti, sabe que a tu lado está seguro, comprende lo que esperas de él y está convencido de que lo quieres y lo aceptas tal como es, valorando sus éxitos y apoyándolo en sus err... aprendizajes; entonces digas lo que digas y hagas lo que hagas, te creerá. Querrá agradarte, complacerte, darte la razón... a toda costa.


Recuerdo la influencia que ejercí el año pasado en mis niños de P3 y P4 a través de los proyectos que planteamos en la clase relacionados con el cuerpo humano, la alimentación y el reciclaje. Los papás desesperados me decían que ya no podían beber Coca-Cola por que yo había dicho que no era buena para los riñones y que en cambio tenían que beber agua para hidratar su cerebro. También tuvieron que añadir más frutas a los desayunos del cole y reducir el McDonald's y la pizza para llevar una dieta saludable y cambiar el papel de aluminio y las bolsas de plástico del almuerzo por tuppers que se pueden reutilizar. Y todo, por que lo dice la Srta. Ana... 



Esto es una ventaja para los educadores -padres y maestros- que nos pone en situación de reconducir actitudes y situaciones a nuestro antojo sin que parezca que les quitamos la razón o que ponemos límites a su voluntad. Eso sí, primero hay que ganarse ese respeto fruto del equilibrio entre afecto y autoridad y, en segundo lugar, hay que saber usar bien la estrategia. No vayamos a subestimar su inteligencia.


Se trata de ser muy selectivos a la hora de influir, dejando en sus manos las decisiones que van a forjar su desarrollo integral pero reorientando aquellas que no sacan lo mejor de ellos. Como responsables de su educación, tenemos la obligación de buscar su mayor beneficio, enriquecimiento y desarrollo partiendo de aquellas virtudes y valores que transmitimos tanto con nuestras palabras como, y sobre todo, con nuestros actos.