jueves, 29 de enero de 2015

Una gran familia

La labor de un maestro sin la ayuda y la compenetración de la familia no vale gran cosa.

Los niños pasan por las vidas de los profesores durante un año, máximo dos. En ese tiempo somos sus referentes, su refugio, el guía a quien seguir y la persona a quien acudir de 9 a 5, pero fuera del cole la familia es lo primero.

Aunque por desgracia no siempre es así, los papás están dispuestos a hacer cualquier cosa por sus hijos, a evitarles cualquier sufrimiento.



Evitar el sufrimiento a los niños es un instinto natural y primario que sale de todo aquel que disfruta de su compañía. No obstante, hay "piedras" con las que es mejor dejar que los niños tropiecen, se caigan y reemprendan el camino, es una manera muy eficaz de aprender.

Cuando digo sufrimiento no me refiero solo al físico o al provocado por una enfermedad o muerte. Me refiero a evitarles esfuerzos y responsabilidades, a adelantarnos en actividades que ellos pueden hacer por sí mismos, a cogerles en brazos al primer puchero o a darles la mano para subir y bajar escaleras.

Quizá, resulta más útil darles las herramientas necesarias para encontrar las piedras y sortearlas, pera curarse las heridas o para reconducir sus pasos. De este modo, la regulación de la conducta lleva a un aprendizaje mucho más potente que el "dárselo todo mascado".

He comprobado que un niño al que se le otorga autonomía en algún ámbito, sonríe, se muestra más feliz (más seguro de sí mismo) y resuelve más problemas cotidianos que antes de habérsela dado. 


Despertando en los niños la satisfacción de aprender por sí mismos, observaremos en ellos más motivación e interés por seguir aprendiendo.

domingo, 25 de enero de 2015

Curiosos por naturaleza

El blog del diario El Pais publicó un artículo interesantísimo cuya lectura es muy recomendable: "El juego es el disfraz del aprendizaje"

Hay tres palabras que destacan al principio: emoción, atención y memoria. Para Francisco Mora, son procesos interrelacionados y vinculados al aprendizaje y al razonamiento: "la secuencia de aprendizaje arranca con la emoción, se despierta la curiosidad, se concentra la atención, el interés se mantiene y culmina con el proceso de razonamiento y aprendizaje".

El artículo presenta nuestros actos y decisiones cotidianas como un iceberg cuya parte oculta, la más grande, representa al inconsciente. El neurocientífico afirma que la mayoría de las decisiones que tomamos son inicialmente inconscientes y que no es hasta aproximadamente un segundo después que llega a nuestro cerebro consciente y es ahí donde podemos tomar la decisión de si ejecutar ese acto incosnciente o no.

Es en este punto donde entra en juego la emoción: nos decantaremos por aquella opción que nos resulte más placentera o menos dolorosa y respaldada en nuestros conocimientos previos. "El cerebro no trabaja al azar, lo que pasa es que tú no lo sabes".

En su exposición no hay lugar para la fe, Dios u otras creencias ya que es excesivamente científica. Para Mora, el ambiente, la genética (que se modifica a veces azarosamente) y la evolución histórica de la humanidad explican el desarrollo cognitivo a día de hoy.

Su propuesta neuroeducativa es clara: no podemos entender la educación obviando el funcionamiento del cerebro. En consecuencia, la neuroeducación defiende que el aprendizaje de los niños debe empezar en la naturaleza, en el parque; siguiendo los pasos de la evolución biológica de la humanidad. Según indica al artículo, para construir bien los conceptos abstractos (razonamiento) es imprescindible construir sólidos perceptos (elementos básicos de la percepción), y esto, solo puede lograrse en un ambiente natural. En los dos primeros años de vida, lo sensorial, lo perceptivo son determinantes para la construcción de los conceptos.

Cito textualmente: 
Veámoslo así: ¿qué representa una madre para un niño? El afianzamiento en el mundo, la seguridad de que las cosas son como la madre dice que son. Pues bien, a cierta edad, la edad del colegio, ese papel lo complementa el buen maestro. Cuando un maestro le dice al niño que ha hecho bien algo, el niño lo graba a fuego, lo consolida como un avance prácticamente definitivo. Y eso se debe a que el maestro activa en el cerebro del niño el refuerzo positivo, la emoción, el placer si tú quieres, con el que ancla esos conocimientos en su cerebro. Es una referencia esencial para construir su identidad. Ahí es donde debe llegar la educación. Por eso el maestro es un gran constructor de talentos. Pero, por desgracia, también un posible apagador de talentos.
 ¿Crees que somos conscientes de eso?
Pienso que no. Porque no solo se trata de que un profesor sepa o no por donde pasa este río. Es que un profesor mal preparado no parece ser consciente de su responsabilidad de enseñar a un niño, de formarlo. Y recordemos algo esencial: formarlo conlleva transformar física y químicamente su cerebro.
Todo esto es imposible si el educador (maestro o padres) no cumplen dos requisitos: ser modelo de aquello que quieren transmitir (el acto vale más que la palabra) y ser capaces de despertar la curiosidad para captar toda su atención.

Al final de la entrevista le lanzan este comentario a Mora: "Sostienes que un buen entorno de aprendizaje previo al colegio, hablándole al niño, jugando, interaccionando, contándole historias… le facilita luego la educación formal"; a lo que él responde: "Sin duda". Según Mora en el cerebro de un niño se producen millones de sinapsis diarias que, a todas luces, se sustentan en el juego que es puro aprendizaje de las bases motoras, sociales, intrapersonales (autoconocimiento) y emocionales. Lo ilustra con este ejemplo: 
Pensemos en un niño que tira el juguete, gatea y lo vuelve a coger, para volverlo a tirar. No está perdiendo el tiempo, está grabando preprogramas motores en diferentes áreas del cerebro que le servirán para toda la vida. ¿Cómo si no podría yo coger esta taza de té con total precisión y casi sin mirarla? Pues, gracias a los juegos de cuando tenía dos años y tiraba los juguetes para volver a cogerlos, entrené esos circuitos motores, los grabé en mi cerebro y ahora los utilizo constantemente.
El juego satisface la curiosidad pero a la vez, el placer que esto nos ofrece a nivel cognitivo nos impulsa a seguir conociendo. Lo mismo sucede con el error: la repetición y la rectificación hacen que un aprendizaje sea más duradero y significativo.



Lo dicho, ¡a jugar al aire libre!

miércoles, 21 de enero de 2015

Un metro de altura

Hoy no va de niños. Va de hombres y mujeres.

¡Qué bonita sería la vida si todos guardáramos algo de cuando justo pasábamos el metro de altura!


Lo que vemos, lo que oímos, el lugar donde vivimos de niños... todo influye en nuestra manera de ser, en nuestro carácter.

Es una lástima oir niños en la clase repitiendo palabrotas, verdaderos "tacos". Resulta fácil descubrir qué niño juega en casa o no, y quién está acostumbrado a recoger y tratar bien sus cosas y quién no. 

Cuando son un poco más mayores, en los primeros años de primaria, ya se aprecian los buenos (o malos) modales, la buena (o mala) educación que se practica en casa. El trato de respeto que se le brinda a un maestro o a un alumno delata lo que se acostumbra a vivir en la vida personal.


Al revés sucede lo mismo. Los niños llegan a casa y repiten frases, riñas o enfados que han oído en el cole, de sus compañeros o de sus maestras. Tendremos que medir bien las palabras y reflexionar mucho sobre las consecuencias de nuestras actitudes y gestos sobre ellos.

En la educación de los niños entran en juego muchos aspectos. Todo aquello, por insignificante que parezca, que hagamos (o dejemos de hacer) en presencia de un niño, marca en mayor o menor medida su desarrollo.

¿Cuántas veces habremos dicho a nuestras madres: "cuando sea mayor no haré tal cosa como tú" y al cabo de los años vemos como repetimos sin remedio lo que juramos que no haríamos jamás? O al contrario, no nos hemos dado cuenta de una determinada virtud (defecto) de nuestros padres o profesores hasta que nosotros hemos sido adultos y vemos como irremediablemente lo replicamos.

Si está en nuestras manos la educación de un niño, somos, de algún modo, responsables de cómo va creciendo interiormente ese "metro de altura".

sábado, 17 de enero de 2015

Estoy nominada

Sí, ¡¡estoy nominada a los premios Liebster Award!! Bueno, Pasito de Gigante es quien realmente lo está.



El Liebster Award es un premio que se otorga a los blogs noveles o pequeños. Su principal particularidad es que lo conceden otros bloggers cuando identifican blogs con contenido interesante y de calidad.  


El objetivo principal de estos premios es ayudar a dar a conocer dichos blogs y motivar a sus bloggers para que continúen trabajando, reconociéndoles que su esfuerzo vale la pena.


He tenido la suerte de ser nominada por Azu Monzón desde su blog "Mamás disfrutonas y más". ¡Muchísimas gracias por pensar en mí! Realmente llevar un blog y procurar que sea interesante, dinámico y atractivo implica un nivel de esfuerzo que sólo las visitas y los comentarios de los lectores puede compensar, no obstante, que te llegue caída del cielo esta nominación es un súper aliciente. ¡¡Mil gracias!!

Sin embargo, aunque agradezco muchísimo la nominación, por falta de tiempo no me puedo permitir seguir las cadenas de premios ya que exigen una serie de requisitos que implican un largo rato de dedicación, así que me quedaré sin subir al podio.

De todas maneras, voy a responder a las preguntas de mi madrina a la candidatura de Liebster Award para que los lectores conozcan un poco mejor a quién hay detrás de cada post de Pasito de Gigante.



1. ¿Cuánto tiempo hace que tienes el blog? Creé el blog a finales de 2012.
2. ¿En qué te inspiraste para poner su nombre? Cuando creé el blog estaba estudiando la carrera de maestra y me lo propusieron como actividad obligatoria. Al escoger el nombre pensé en cómo ayudar a los papás y a otros colegas en aspectos relacionados con el desarrollo y crecimiento de los niños.
3. ¿Desde que lo creaste, has pensado en abandonar? Sí, muchas veces, incluso últimamente. Lleva muchas horas... ¡pero engancha! 
4. ¿De dónde sacas la inspiración? En general, de situaciones cotidianas o de vídeos de youtube colgados en facebook. No obstante, acostumbro a verificar la información de los posts o a ampliarla mediante manuales o artículos publicados por expertos en la materia.
5. ¿Qué recomendación harías a un blogger que esté empezando? Ánimo, mucha boca-oreja, muchas redes sociales y muchos buenos amigos que compartan sus enlaces.
6. ¿Te gustaría hacer colaboraciones con otros blogger? Sí, de hecho algunos expertos han colaborado en Pasito de Gigante.
7. ¿Qué te aporta a tí personalmente tu blog? Me obliga a leer, a informarme y a formarme, a exigirme a mi misma y a reflexionar sobre mi tarea como maestra.
8. ¿Has conseguido lo que pretendías cuando creaste tu blog? Cuando lo creé sólo pretendía aprobar la actividad, por lo que ¡¡he superado con creces lo que pretendía!!
9. ¿Trabajas sola en el blog? ¡Sí! Excepto algunos artículos que puntualmente escriben expertos para Pasito de Gigante.
11. ¿Qué tipo de post te ha dado mejor resultado en número de visitas? Cuanto más personal y cercano, más visitas. También cuando he publicado algo de algún amigo o familiar o relacionado con él, la velocidad de circulación se multiplica.

Azu: de nuevo gracias por tu interés y ¡mucha suerte con tu proyecto!

martes, 13 de enero de 2015

Club de fans

Los niños son fanáticos. En el buen sentido, pero lo son. Organizan clubs de fans individuales, de los que siempre se sienten presidentes y más socios que nadie.

Son los mejores fans de sus papás y sus mamás. Incondicionales de las profesoras con las que empatizan o con las que se sienten seguros, queridos, valorados. Son fans de superhéroes y princesas, de futbolistas o incluso de alguna amiga o amigo con el que juegan en el patio. Tanto, que lo que éstos dicen va a misa, y no hay más que hablar.


Es sabido que el fanatismo no es bueno. Para evitarlo, debemos procurar que tomen sus propias decisiones siempre que sea posible. No se trata de que decidan el menú de la familia o adonde ir el fin de semana sino de pintar su dibujo con el color que consideren más adecuado, independientemente del que usa su hermano, de jugar a aquello que les apetezca, de razonar y rebatir sus opiniones y las de los demás.


En niños pequeños, cuya personalidad está en desarrollo, es complicado lograrlo pero es muy factible entrenarlo. De hecho, el vídeo muestra como desde muy pequeños, los niños son testarudos como para defender su argumento hasta el límite. Precisamente por eso, aquellos que tenemos cierto poder sobre los niños y sobre sus decisiones/actuaciones, somos los primeros responsables en inculcarles el espíritu de mejora y la huella personal que nos hace ser únicos y nos distingue a unos de otros.



Hoy Enrique Rojas ha publicado en su Facebook: "Educar es convertir a alguien en persona más libre e independiente, con más criterio. Ser individuo capaz de pilotar la propia vida con arreglo a unas normas humanísticas. Por eso toda educación positiva humaniza y libera al hombre, llenándolo de amor." 

Al final, si nos regimos por el criterio y el amor, todos seríamos mejores.

Contradiciendo todo lo anterior: soy MUY FAN de los niños.

viernes, 9 de enero de 2015

Buena onda

Hoy hablaba con una amiga y comentábamos el papel tan importante que juegan nuestras emociones y nuestros pensamientos en nuestro día a día. Me refiero al efecto que causan en nosotros el autoconcepto y la autoestima.

En su opinión, la cual comparto, hay que pensar en positivo. Creo que este vídeo la define:


Según su teoría, la de mi amiga, la buena onda suele ser expansiva y contagiosa, sólo hay que dejar que fluya desde nuestro interior.

Los niños, en la etapa infantil, van construyendo su autoconcepto en base a sus logros, sus fracasos y lo que su entorno dice de ellos. También influye las expectativas que ponemos en ellos, que a veces propician el esfuerzo y la superación, otras provocan grandes frustraciones o desengaños.



No hay que engañar a los niños haciéndoles creer que todo vale, que todo lo que hacen está bien o es gracioso. Tampoco hay que atosigarlos y corregirlos por cada error. En cualquier caso, es importante que les enseñemos a ver el vaso medio lleno; primero con nuestra actitud, después buscando lo mejor de cada uno y encontrando el lado positivo de todos sus problemas.

Es importante que, como educadores (padres y maestros) valoremos el camino, los progresos, el proceso; mucho más que el resultado. Durante su desarrollo, nuestra confianza en sus posibilidades, nuestro entusiasmo, nuestra compañía... van a ser su energía (positiva).

En educación -ya hemos hablado aquí- existe lo que se llama "la profecía autocumplida": la convicción de una falsa predicción de un comportamiento provoca que éste se haga realidad. Esta predicción, que suele ser negativa, desencadena una serie de circunstancias favorables para que éste se cumpla, ya que logra modificar nuestro comportamiento, nuestra actitud e incluso nuestra respuesta postural ante los demás. Todo ello hace que esa predicción acabe por hacerse realidad. Si una maestra cree que no va a sacar nada de un niño, logrará no sacar nada; si unos padres consideran que su hijo es malo, seguramente termine siéndolo.

Lo bueno -por ver la parte positiva- de esta teoría es que también funciona cuando las predicciones son optimistas. 


Creamos en los niños, en lo mejor de ellos, potenciémoslo. Y si esta teoría no fuera verdad, ¡mejor vivir rodeados de gente positiva!



Gracias D.


domingo, 4 de enero de 2015

Me parto y me mondo

Es muy curioso observar cómo evoluciona el sentido del humor en el ser humano.

Durante los primeros meses, el bebé sonríe ante estímulos que le resultan agradables y cercanos hasta que en el cuarto mes de vida aparece la risa como respuesta a algunos de ellos. Durante los siguientes meses, buscan la reacción de su entorno en algunos de sus actos para saber si algo es divertido o no. Cuanto más autónomo es el niño (en especial a nivel motor) más circunstancias divertidas se le presentan y podrán aprender a juzgar por sí mismos si son o no divertidas.



Hasta los 3 o 4 años, la diversión estará en las incongruencias, las sorpresas, los sustos, el esconderse o esconder cosas, los golpes, las cosas que se desmontan, los sonidos extraños y las caídas. No obstante, a los 2 años los niños ya ven que hay algunas equivocaciones que son sólo para hacer reír. Se despierta el sentido cómico.

A partir de los 4 años y hasta los 7, algunos chistes fáciles y las exageraciones son la mejor de las herramientas para pasarlo bien. Esta edad es fenomenal para disfrutar (o aborrecer) de las locuras del os payasos.



Las bromas más complicadas, los dobles sentidos y las conversaciones escatológicas son "lo más" para niños de 8 a 10 años. El humor desafía las reglas: les divierte usar palabras con connotaciones sexuales o relacionadas con el control de esfínteres.


En la pre-adolescencia, los niños se decantan por los chistes, les divierte y les da protagonismo, las niñas prefieren reírse o escuchar, aunque también disfrutan con ellos.

Cuando hablamos de ironías y sarcasmos, debemos saber que al principio no existen para ellos. Aunque su lenguaje está desarrollado a los 2 o 3 años, los niños sólo comprenden las frases de forma textual. Si ante un pésimo comportamiento les decimos: "claro que vamos a ir al parque, con lo bien que te estás portando..." asumen en el acto su triunfo. Asimismo, si hace un sol espléndido y tu insistes en que llueve, se enfadan por que no entienden que no seas capaz de verlo. Poco a poco, irán viendo que "les tomas el pelo". 

Del mismo modo, no comprenden las preguntas retóricas tan típicas como: "te pones el abrigo y nos vamos, ¿vale?". A lo que responderán: "no hace falta, no tengo frío" y el adulto: "no, si no te lo preguntaba, te lo tienes que poner".

Habrá que esperar un poco para decirles aquello de "y si fulanito se tira por la ventana, ¿tu también?".

En el artículo de La Vanguardia que ha inspirado este post, podemos leer qué importancia tiene que los papás y los adultos nos riamos con los niños. Ellos son divertidos por naturaleza. Su curiosidad e ingenuidad da pie a muchas situaciones cómicas que podemos aprovechar para reír juntos. Hay que enseñar a los niños a usar el humor adecuadamente, nunca para reírse de los demás. 

Con el crecimiento se pierde la espontaneidad pero podemos ayudarles a conservar ese sexto sentido para sacar punta a cualquier situación. Reírnos de sus bromas o de sus agudezas les ayudara a no perder del todo esa picardía, no obstante, reírnos de todas sus tonterías hará que pierdan la noción de lo que es gracioso y lo que no.


La vida y la sociedad actual nos invita a estar constantemente controlando nuestras emociones en público para evitar la grosería. Estoy de acuerdo siempre que eso no sea llegar a extremos porque es tan malo desternillarse ante los demás, como mostrarse impasible con tal de ser políticamente correcto.

En cualquier caso, la risa es la mejor de las terapias. La sensación que te queda después de un buen rato de carcajadas es tan agradable, enérgica y positiva que es recomendable para todas las edades.