miércoles, 28 de noviembre de 2012

Y además...

Al hilo de lo que hablábamos en el último post, respecto a la estimulación que se debe proporcionar al niño, he encontrado un vídeo que combina actividades de psicomotricidad fina con un aspecto que no debemos olvidar nunca: el emocional. El afecto debe estar presente en todas las interacciones que tengamos con los niños. Pero no hablamos sólo de cariño, hay otras situaciones donde se transpira afecto...


¡Con qué poco disfrutan los niños! ¡¡¡y los mayores!!!

Combinando trabajo y diversión los aprendizajes siempre serán más significativos. Y además, la risa es un ejercicio físico y psíquico estupendo, te renueva por dentro y por fuera.

¡A mover el esqueleto!

Desde el nacimiento hasta la madurez física pasamos por muchas etapas en las que nuestros movimientos se van consolidando y nuestro cuerpo se va configurando.

Los reflejos son un síntoma de salud que demuestran que el cerebro del bebé trabaja y sus músculos se desarrollan. Durante los primeros meses los masajes y los ejercicios favorecerán su posterior tono muscular. Hay muy buenas ideas para trabajar los movimientos en esta etapa y hasta los 6 meses en el libro "Todo un mundo de sensaciones" de la editorial Pirámide.

En el momento en el que el niño ya controla sus movimientos es recomendable que le estimulemos y favorezcamos la correcta adquisición de los mismos para que el desarrollo se produzca de manera adecuada. 


Hablamos, no sólo de los patrones básicos de movimiento como son la marcha, el gateo o la carrera, si no de un trabajo a nivel más segmentado, del tronco superior, inferior, las articulaciones, los músculos oculares, las manos... La música puede ser una buena aliada para practicar algunos de ellos de manera divertida. 

Pintar, romper papel, correr, trasladar objetos, saltar, aguantar juguetes o cuentos... son actividades de la vida diaria de un niño que si se entrenan de manera adecuada permiten alcanzar otros aprendizajes superiores más fácilmente. ¡No olvidemos los detalles!

Es muy recomendable el trabajo con plastilina, las construcciones, las torres, jugar con pelotas de tamaños diferentes, hacer bolitas de papel, repasar líneas, cenefas... La pinza y la prensión se desarrollan con todas estas actividades y son imprescindibles para el correcto aprendizaje y desarrollo de la escritura. 


Es importante que los niños adquieran el hábito de sentarse de manera adecuada, con el culo en el suelo y las piernas cruzadas, manteniendo la espalda recta, tanto al jugar como al trabajar



miércoles, 21 de noviembre de 2012

¡Pasapalabra!

El lenguaje es una de las funciones más importantes en el desarrollo del ser humano, causa y consecuencia del mismo.

Dos grandes figuras de la pedagogía postularon distintas opiniones al respecto: para Piaget, el lenguaje se desarrolla tras haber alcanzado la madurez de algunas áreas cognitivas. Para Vygotsky la función social del lenguaje permite el desarrollo de los procesos mentales. Otros autores hicieron grandes aportaciones en las que no profundizamos por no ser este tema el objeto de este post.

Los primeros sonidos, el laleo y el balbuceo desde los primeros meses de vida y hasta los 11 meses, se consideran prelenguaje, esto es, no existe intencionalidad en el mensaje pero sí en la necesidad comunicativa de todo ser humano. 


En torno a los 12 meses aparece la holofrase, donde la intencionalidad comunicativa es clara: nos dirá "parque" para decirnos "quiero ir al parque". A partir de este momento y dependiendo de las habilidades del niño, su carácter y la estimulación, la construcción del lenguaje se dará con mayor o menor facilidad.


Teniendo en cuenta estos datos y partiendo de la premisa que la imitación es una de las herramientas de aprendizaje infantil más utilizada, debemos procurar a los niños un ambiente rico en vocabulario y con construcciones gramaticales correctas, de manera que en sus áreas cerebrales del lenguaje y en su memoria fonológica se vayan creando las estructuras adecuadas.


Es importante reforzar la producción del lenguaje en los niños y evitar "reír las gracias" de aquellas palabras que no pronuncia bien y que a los adultos nos divierten. Hay que prestar especial atención a los verbos irregulares, los cuales convertirá en regulares cuando tenga que usar el participio ("morido" por muerto o "abrido" por abierto). También hay que ayudarle a denominar a las cosas por su nombre de manera que aunque el diga "aba" cada vez que quiere agua, nosotros le respondamos: "¿quieres agua?". Los perros no son "guauguaus", el chupete no es "tete"... ¿Me explico?

No se trata de corregirle diciendo "no se dice tal, se dice...". Se trata de usar sus mismas construcciones de manera correcta, repitiendo el mensaje que nos ha querido transmitir pero sin sus errores, que, por otro lado, son normales para su edad.



Si se detectan dificultades en el desarrollo del lenguaje, lo mejor es comentarlo al pediatra para que, si lo cree conveniente, nos derive a un logopeda. A los 6 años de edad los niños deberían ser capaces de pronunciar correctamente todas las letras (la más difícil es la /rr/), así como de construir oraciones y tener un alto nivel de comprensión oral.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

¡Veo, veo!

¿Recordáis ese juego? ¡Qué aburrido y absurdo puede resultar ahora! Todo el viaje en coche de casa al cole con la cancioncita, ¿no? Pues siento deciros que es una actividad estupenda para el desarrollo de la percepción visual, además de trabajar el vocabulario, la representación mental, las habilidades sociales, el ritmo, la imaginación... sí, ¡parece mentira! y lo mejor es que ¡¡es gratis!!


Aproximadamente, el 80% de la información que recibe el cerebro llega a través del sentido de la vista. El resto llega al cerebro por las distintas vías sensoriales (exteroceptivas) y propioceptivas. La conclusión es clara: hay que atender el sentido de la vista de los niños, cuidarlo, controlar que se desarrolle adecuadamente y ejercitarlo.

Tengamos en cuenta que vemos/leemos con el cerebro; los ojos son el "instrumento" que conducen la información hasta él. Si no funcionan de manera adecuada, la información que llegará al lóbulo occipital no será óptima y por lo tanto el aprendizaje se verá obstaculizado. En este vídeo se plasma la idea que pretendo transmitir:


Muchas de las dificultades de aprendizaje en los niños se producen por un problema no detectado en la vista o el oído. Tratado a tiempo puede reducirse o eliminarse de manera que dichos niños puedan llevar a cabo las tareas con total normalidad. No obstante, ejercitar la vista sólo cuándo existan problemas, puede ser una actividad saludable y divertida siempre que se haga con moderación y como "diversión práctica".


Algunas pistas para detectar estos problemas son: el niño mueve la cabeza al leer, no es capaz de seguir el movimiento de un objeto sin mover la cabeza, los movimientos de sus ojos son alocados (movimientos sacádicos descontrolados), uno de los ojos no domina al otro (lateralidad visual), le cuesta fijar la mirada en un punto o seguir un objeto si se le pasa un estímulo al mismo tiempo, torpeza exagerada para su edad, . Si creéis que se está dando alguno de estos síntomas o has identificado alguna anomalía, consulta al pediatra o al optometrista, son quienes mejor van a ayudarte.

sábado, 10 de noviembre de 2012

¡Qué gane el mejor!

En el ring del día a día, los bebés son grandes luchadores. Muchas veces ganan la batalla.

No me refiero con esto a que haya que afrontar la crianza de un bebé como un lastre o una guerra; todo lo contrario, es una alegría y una fuente de vida y emociones que además, por desgracia, pasan muy rápido. 

No obstante, hay momentos, sobre todo en los primeros meses del bebé que nos plantean un pequeño combate. En ese ring, el ganador siempre debe ser el adulto, que hará lo que más beneficie al bebé aunque éste no lo demuestre con su actitud. 

Pongamos un ejemplo: un bebé desde que nace, en cuanto llora recibe la atención solícita de su mamá, que acude rápido a la cuna a ver qué pasa y si la pena le supera, lo coge en brazos y lo mece y acaricia hasta que se calma. Esta reacción responde a un estado psiquiátrico estudiado por Winnicott y conocido como "preocupación maternal primaria".


Si esta situación se repite de manera continuada, el bebé la interioriza. Asimila en su cerebro que al estímulo "llanto", la respuesta es "brazos". Si esto sucede, lo que va a esperar el bebé cada vez que llore es que vayan a cogerlo en brazos. A medida que vaya desarrollando su autoconocimiento, sus habilidades sociales y a la vez, empiece a pasar ratos más largos despierto, usará el llanto para conseguir su objetivo de captar la atención. De hecho, las relaciones de causa-efecto que los bebés interiorizan son tan claras que las aplican (aunque de manera incosnciente) "sin piedad". Lo mismo pasa con los niños que se acostumbran a dormirse en brazos, de la mano o con una luz encendida, a comer viendo la tele o con un juguete en la mesa, a poner el orinal delante de la tele para aprender a ir al lavabo solitos... 


A eso me refiero, en estas pequeñas batallas, hay que ser firme, constante, paciente. Se trata de evitar que cojan ciertos "vicios" en lo que deben ser sus rutinas y hábitos. En caso de que ya los hayan adquirido, se trata de sustituirlos por unos que sean saludables tanto para el niño como para los padres y esto requiere tiempo y perseverancia. No se consigue de la noche a la mañana. Si antes, con la primera lágrima, pasaba de la cuna a los brazos, ahora hay que empezar un proceso en que se le atienda con un poco de retraso y este retraso cada día será mayor. Al principio será duro porque el bebé llorará más y nos hará sentir despiadados, pero llegará un momento que entenderá que ha perdido la batalla en ese ring


Habrá que estar alerta para que en el siguiente round, el vencedor volvamos a ser nosotros para que ellos salgan ganando en el futuro (independientemente de las circunstancias que les toque vivir...).


martes, 6 de noviembre de 2012

Face to face

Los adultos somos gigantes para los niños. Seres enormes que les hablan desde una altura que hace que tengan que levantar la cabeza. Esta distancia no es sólo física.



Nuestra altura supone una distancia emocional y afectiva. Cuando hablemos con un niño debemos agacharnos, ponernos a su altura, face to face. No importa su edad, ni si hablamos de lo que ha hecho en el cole o si vamos a reñirle por haber roto algo. Manteniendo nuestra mirada a la altura de la suya, daremos a esa conversación un valor muy superior al que obtendría de cualquier otro modo.

No se trata de condescendencia ni de falta de autoridad. Una felicitación o reprimenda a un determinado comportamiento, a un metro escaso del suelo consigue un doble efecto: mayor atención y refuerzo de la seguridad. Los niños aprenden quien pone las normas tras observar quien, con disciplina, coherencia, paciencia, ejemplo y cariño las promueve; y no por quien las repite incesantemente (o a veces, las grita).

Demuestra el dominio de las sentadillas que practicas en el gimnasio y ponte a su altura!


jueves, 1 de noviembre de 2012

Leer para soñar

Los cuentos son una herramienta de aprendizaje fascinante: desarrollan la imaginación, la creatividad, el lenguaje, la orientación espacio-temporal, el autoconocimiento,... además de ser una diversión para los niños. También son un chantaje ideal para conseguir que un niño se vaya a dormir. 

La literatura infantil es muy variada tanto en formatos (cuento, abecedario, libros de imágenes, álbumes ilustrados) como en género (rimas, poemas, canciones, diálogos, narraciones...). Hay que saber escoger el adecuado para cada edad y cada momento.

Os dejo un cuento de tradición popular muy divertido para los más mayores. El hecho de jugar con la historia formando una cadena de elementos dependientes les engancha:

"Pues señor, era un granjero tenía una gallina que no quería ponerle un huevo. Entonces va y le dice: 

—Pon un huevo o ya verás. 

Y la gallina que nada, que no quería. Va el señor y le dice al gato: 

—Gato, araña a la gallina, que no quiere poner un huevo. 

Pero el gato dijo que no, que no quería. Y el granjero le dice al perro: 



—Perro, muerde al gato, el gato que no quiere arañar a la gallina, la gallina que no quiere poner un huevo para mí. 



Pero el perro dijo que no, que no quería. Y el granjero le dice al palo: 

—Palo, pega al perro, el perro que no quiere morder al gato, el gato que no quiere arañar a la gallina, la gallina que no quiere poner un huevo para mí. 

Pero el palo dijo que no, que no quería. Y el granjero va y le dice al fuego: 

—Fuego, quema al palo, el palo que no quiere pegar al perro, el perro que no quiere morder al gato, el gato que no quiere arañar a la gallina, la gallina que no quiere poner un huevo para mí. 

Pero el fuego dijo que no, que no quería. Y el granjero salió afuera y llovía mucho, y entonces le dice a un co de agua: 

—Agua, moja al fuego, el fuego que no quiere quemar el palo, el palo que no quiere pegar al perro, el perro que no quiere morder al gato, el gato que no quiere arañar a la gallina, la gallina que no quiere poner un huevo para mí. 

Pero el agua se quedó quieta como un espejo, que no quería. Y el granjero entonces le dijo a la vaca: 

—Vaca, vaquita, bebe el agua, el agua que no quiere mojar el fuego, el fuego que no quiere quemar el palo, el palo que no quiere pegar al perro, el perro que no quiere morder al gato, el gato que no quiere arañar a la gallina, la gallina que no quiere poner un huevo para mí. 

La vaca le miró con esos ojos que tienen las vacas, y como no le había entendido nada, se puso a beber. Y el agua, al sentirse bebida, saltó encima del fuego y lo mojó, y el fuego quemó el palo, y el palo pegó al perro, y el perro mordió al gato, y el gato arañó a la gallina, y la gallina hizo “clo, clo, cló” y puso un huevo chiquito chiquito chiquito, y este cuento se acabó."


Esta otra historia, en cambio, invita a la reflexión. Está editada en formato de álbum ilustrado y tanto sus imágenes como la distribución de las palabras en el soporte hacen que su lectura resulte atractivo. La ilustradora, Rebecca Dautremare tiene un estilo bastante inconfundible, donde predomina el rojo y las figuras poco proporcionadas.

"La gran fábrica de las palabras", texto de Agnès de Lestrade e ilustración de Rebecca Dautremer.


"...A Diego sólo le queda una palabra. La encontró hace mucho tiempo en un contenedor de basura en medio de cientos de cacas de cabra y huesos de pollo. Le tiene mucho cariño a esta palabra. La guardó para cuando llegara un gran día. Y ese día ha llegado..."