miércoles, 29 de enero de 2014

Modo Zen

Según afirman algunos autores, antes de nacer desarrollamos lo que se conoce como plataforma primaria de la armonía emocional. Esta plataforma está formada por ciertos sentimientos que surgieron en nuestra etapa prenatal y que con el nacimiento y el proceso de apego se han consolidado (o no) en nuestra dimensión emocional, determinando en nuestra edad adulta nuestras relaciones sociales y afectivas.

El primer sentimiento es el de alegría existencial, es decir, el sentimiento de gozo permanente que estimula nuestra fantasía e imaginación, el hedonismo, el sentido del humor y las destrezas comunicativas. Favorece el pensamiento divergente. Sobre ella se construye el optimismo, tan necesario en estos días que nos toca vivir. Es independiente a gratificaciones, obsequios o recompensas.



La motivación es el segundo de los tres sentimientos de la plataforma. Muchas veces hemos comentado su importancia. Una persona motivada se asombra por todo lo nuevo, está abierta a nuevos aprendizajes y utiliza sus destrezas metacognitivas para explorar, descubrir, pensar...

El tercero es la serenidad. La serenidad nos proporciona una sensación de bienestar y autoconfianza por saberse aceptado, protegido, querido. Es la base de la entrega afectiva de uno mismo a los demás.



Quien alberga estos tres sentimientos, dispone de una apertura mental que le permite aprovechar la creatividad, el desarrollo cognitivo, la resolución de problemas y la asertividad. El conjunto de todos estos sentimientos y virtudes generan en el niño lo que en inglés se conoce como empowerment (empoderamiento) o lo que es lo mismo, una fuerza interna que genera cambios positivos en uno mismo y en los que le rodean, capacitándolo para la vida: afrontar los retos, superar los fracasos, afrontar creativamente los problemas, elaborar tempranamente una lista de valores y principios éticos personales, reducir los efectos de las emociones negativas y potenciar los de las positivas.



Ya veis que no es tarea sencilla. Es mucho lo que se logra cuando se alcanza la armonía emocional pero para ello hay que trabajar a diario y principalmente desde las necesidades afectivas del niño y el vínculo de apego. Son lo que Amanda Céspedes en "Educar las emociones" denomina alimentos para el alma: aceptación incondicional, respeto incondicional, reconocimiento y valoración, expresión explícita del afecto y comunicación afectiva y efectiva.

Ya tenemos los ingredientes, ¿elaboramos la masa para el alma de nuestros niños?

domingo, 26 de enero de 2014

¡Qué ambientazo!

Tras el desgraciado caso de Claudia que vimos en "Caso real" hoy nos centramos en todo lo contrario: ambientes emocionalmente seguros.




El primer entorno de desarrollo de un niño es la familia. Al cabo del tiempo, la guardería, la escuela y la sociedad que le rodea. Así, la lista de personas emocionalmente significaivas para un niño crece a medida que crece su interacción social. En consecuencia, todos estos adultos tienen la responsabilidad de contribuir a la creación de ambientes seguros a nivel emocional de manera que el niño se sienta incondicionalmente aceptado: querido, respetado, atendido, reconocido y valorado, protegido de todo tipo de peligro y escuchado y confortado en situaciones emocionalmente difíciles.

Los ambientes emocionalmente seguros favorecen el equilibrio emocional y por extensión, el desarrollo cognitivo del niño. Un ambiente seguro y positivo va a alentar la creatividad, el espiritu colaborativo, la responsabilidad, así como un buen nivel de autoestima,  autoconcepto y autoconocimiento.


Es importante no confundir un ambiente que haga que el niño se sienta protegido con uno sobreprotegido. Se debe lograr el equilibrio y favorecer la exploración y el descubrimiento autónomo.

Un niño que crece en ambientes hostiles desarrolla en su interior una ansiedad que se arraiga de tal manera en su autoestima que desemboca en problemas temperamentales y de autoestima. Ya vimos en Aterrador lo que un ambiente inhóspito puede suponer en el desarrollo de un niño.

Estos ambientes que garantizan la seguridad emocional son fundamentales para lograr la armonía emocional de la cual hablaremos más adelante.


miércoles, 22 de enero de 2014

Caso real

Lunes 20 de Enero. 17'30h. He quedado con una amiga para ir a tomar un té y ponernos al día: no nos vemos desde finales de diciembre.


Llegamos a un local con mucho encanto, nos sentamos y pedimos nuestra infusión. Al cabo de unos minutos me suelta la bomba: SE CASA. Nos damos un gran abrazo, me enseña su brillantísima alianza y llega la camarera con las teteras humeantes. Ya podemos pasar a los detalles ¿cómo? ¿dónde? ¿cuándo?...

Nos sentamos y acto seguido llega una mamá con dos niñas. Entra hablando con ellas en un tono de voz muy elevado. Pide la merienda dando voces y deja a la hermana mayor (máximo 9 años) encargada de vigilar las cosas mientras ella va con Claudia al baño (unos 7 años). En ese momento retomamos el hilo de nuestra conversación. 

No nos da tiempo a que mi amiga me explique lo emocionada y lo contenta que está, que la señora en cuestión ya está de vuelta. Meriendan mientras comentan el día del cole con las niñas. En ese momento llega una amiga de la mamá, se sienta con ellas y se pide un café. La mamá le explica, voceando, lo estresada que está porque fulanita tiene ballet en una hora y menganita kumon, y que claro, ir y volver a casa no le compensa. Entonces empieza el drama. Doña Voces, dice a las niñas que saquen los deberes.


La mayor los saca y se pone al tajo. Claudia, es más dispersa (y más pequeña). Tiene mucho cariño a la amiga de su mamá así que se cambia de sitio para hacer los deberes a su lado y enfrente de su progenitora. Van a un colegio internacional con lo que sus deberes son en  inglés. La madre se desespera porque mientras la hermana ya ha empezado a trabajar, Claudia aun no ha sacado los libros de la mochila. Primera amenaza: -¡Ponte a trabajar o te cambio de sitio!. Claudia saca los libros y la madre: - ¡Espabila!, ¡la fecha! y ¡¡buena letra, que ya me estoy hartando!! La niña, entre sonidos de cafeteras y teteras, camareros yendo y viniendo y conversaciones de los demás, empieza a escribir. 

Primer guantazo. -¡Haz buena letra! ¡Te he dicho que te cambio de sitio! ¡No me calientes! ¿me oyes?. ¿Qué día es hoy? ¿no lo sabes? Monday. ¡Venga escribe: Monday!.



A estas alturas es imposible que nos concentremos más de un minuto en la boda de mi amiga. Están todas las mesas llenas así que intentamos centrarnos en lo nuestro. Y de repente: -¡Es la última vez que hacemos los deberes en un bar!. Y de nuevo: toma zasca... Tortazo en la cabeza. -¿¡Cómo narices se escribe yesterday!?. Y antes de que la niña pueda empezar a contestar, la mamá se pone a deletrear la palabra a toda velocidad pronunciando los fonemas en un inglés perfecto.


Claudia empieza el ejercicio, nosotras intentamos no prestar atención, pero a la voz de ¿quieres decirme de una vez cómo se escribe chocolate cake? nos giramos. Doña Voces le arranca la libreta de las manos, borra algo que la niña había escrito y le suelta: -¡Ala, ya puedes volver a empezar!

La amiga de la mamá de Claudia no para de darle ánimos a la niña, de decirle lo que hace bien y de pedirle que se concentre para que le salga mejor. Con demasiada delicadeza, se atreve (por fin) a decirle a la Doña que se tranquilice, que poniéndose así de nerviosa sólo consigue que la niña lo haga peor. 

Claudia se gana uno o dos cachetes más. Acaba los deberes después de una hora que, tanto para ella como para nosotras ha resultado ser un infierno. Eso sí, ella no ha soltado ni media lágrima, ni siquiera ha rechistado, por lo que deduzco que no es la primera vez que le pasa. Dando voces, para variar, recogen los trastos porque llegan tarde a las extraescolares. Se van bajo la amenaza de no volver jamás a hacer los deberes en un bar.



Mi amiga y yo respiramos, pensando que Claudia se había librado por fin y nosotras también. Al cabo de 15 minutos, Doña Voces entra por la puerta de la cafetería con su marido (¿?) y otra pareja y, en su tono habitual, les propone sentarse en la mesa en la que ha hecho los deberes con Claudia y les explica que estaba insoportable y muy vaga. Además añade que ha tenido que amenazarla con no volver porque no había manera de que la niña se centrara.


Los hábitos de estudio se adquieren en los primeros años de la primaria para irse consolidando con el tiempo y deben garantizar la concentración y la comodidad del niño. Un lugar adecuado, con buena iluminación, ambiente relajado y con el material necesario son elementos imprescindibles para adquirir dichos hábitos. 



¿Es Claudia la que tiene que centrarse?

sábado, 18 de enero de 2014

Tú a tu ritmo

Los seres humanos somos, por definición, únicos e irrepetibles. No sólo a nivel genético, también a nivel personal. Cada individuo se compone de una dimensión física, una psíquica y otra espiritual. Cuerpo, mente y alma hacen que seamos quienes somos.

Hasta los 6 años, los ritmos en la adquisición de nuevos aprendizajes varían mucho entre un niño y otro. Con la edad se puede homogeneizar aunque podemos seguir viendo diferencias. Gardner habla de las inteligencias múltiples, entendiendo que cada individuo posee hasta ocho tipo de inteligencias que potencialmente puede desarrollar. Dependiendo de las habilidades personales y de los estímulos externos, favoreceremos el desarrollo de unas sobre otras. 



Todo esto explica que no todos hagamos las cosas igual y no las aprendamos de la misma manera. 

Cuando uno es consciente de aquello para lo que tiene una mejor aptitud, es bueno potenciarlo para alcanzar el máximo nivel. Asimismo, no debemos prescindir de aquellas actividades que se nos dan peor puesto que, con la práctica y el ejercicio, siempre podremos mejorar. 


Llegados a este punto, considero que los padres y maestros debemos ser capaces de ayudar a los niños a detectar sus puntos fuertes y débiles para potenciar los primeros y superar los segundos. A la hora de elegir actividades extraescolares es un buen momento para resolver esta ecuación.

Desde luego, soy partidaria de que las actividades adicionales que hagan los niños integren diversión y aprendizaje. Es bueno que rompan con la rutina del colegio y nazcan de la propia voluntad y elección del niño, porque si es así, seguro que su nivel de autoestima, satisfacción y felicidad aumenta.

En las rutinas diarias, los adultos debemos ser pacientes. Los niños son lentos porque están aprendiendo y adquiriendo hábitos y conocimientos. Todo es nuevo para ellos. Así que si queremos que hagan algo por sí solos, debemos darles el tiempo que necesitan. 



¿Podrías seguirle el ritmo?

martes, 14 de enero de 2014

Supercalifragilísticoespialidoso

La disfemia o, más comunmente tartamudez, es un trastorno frecuente en la locución infantil. Suele presentarse entre los 3 y los 6 año de edad.


La tartamudez supone una alteración de la fluidez y la organización temporal normales del habla (adecuadas para la edad del sujeto), caracterizada por ocurrencias frecuentes de:
- repeticiones de sonidos y sílabas
- prolongaciones de sonidos
- interjecciones
- palabras fragmentadas (pausas dentro de una palabra)
- bloqueos audibles o silenciosos (pausas en el habla)
- circunloquios (sustituciones de palabras para evitar palabras problemáticas)
- palabras producidas con un exceso de tensión física
- repeticiones de palabras monosilábicas ("Yo-yo-yo le veo")

Existen dos grandes tipos de tartamudez: la tónica (bloquea el habla del niño y provoca espasmos a nivel facial y corporal hasta lograr decir la palabra bruscamente) y la clónica (es la más frecuente, son las repeticiones, más o menos, largas de los fonemas). 

Este tipo de trastornos afectan a nivel de autoestima, provocando en los niños sensación de angustia o pánico al ridículo, pudiendo hacer que se vuelvan poco sociables o incluso dejen de hablar para comunicarse. Por este motivo, padres y maestros debemos procurar no corregir constantemente y menos aun en público, evitar muestras de impaciencia y acabar por ellos las frases y sobre todo, ayudar al niño a tener un buen control de sus emociones.


Una vez diagnosticado, el tratamiento consiste en una terapia programada por un logopeda para mejorar el habla y la capacidad respiratoria del niño así como ejercicios de relajación (Yoga o Sofrología) que ayudan al control del pensamiento y del cuerpo.



Luengas lenguas hacen falta para no trabalenguarse, el que no tenga una lengua luenga bien podrá desesperarse.

sábado, 11 de enero de 2014

Habla cucurucho que no te escucho

La audición es la vía habitual para adquirir el lenguaje, uno de los más importantes atributos humanos. Además, permite la comunicación.

Los problemas auditivos en los niños son más frecuentes de lo que imaginamos  y representan un handicap para su desarrollo y aprendizaje. El sentido auditivo está altamente relacionado con la función cognitiva del lenguaje, tanto para producirlo como para interpretarlo. Un déficit de audición puede provocar una ralentización en la adquisición del mismo, y por extensión, de otros aprendizajes.


Entre los 3 y los 6 años se produce, en general, la explosión del lenguaje: los niños hablan por los codos. Si no es así, y durante esta etapa detectamos dificultades de comprensión, de organización de las secuencias de los sonidos, dispersión, falta de atención, dificultades en el aprendizaje o en las relaciones, puede que estemos ante un problema auditivo. 

Os dejo unas pautas que pueden ayudar a detectar dicho déficit y por lo tanto acortar el tiempo hasta poner el problema en manos de un especialista:


- Se tapa los oídos en algunas ocasiones.
- Otitis frecuentes.
- Le cuesta centrar la atención con o sin hiperactividad.
- Se pone nervioso en lugares públicos.
- La gente le confunde.
- Sube el volumen de su voz y habla muy alto.
- Parece oír sonidos que los demás no percibimos.
- A veces da la sensación de estar sordo, como si no oyese.
- Hay que repetirle las órdenes varias veces.
- Falta de madurez.
- Falta de atención.
- Falta de ritmo y coordinación musical.
- Problemas en comprensión, lectura y escritura.
- Pobre rendimiento escolar.

Un trastorno auditivo puede darse en niños con un nivel de inteligencia normal, pero su aparición conlleva que se presenten dificultades de atención, memorización, seguimiento de instrucciones, necesidad de mayor tiempo para procesar la información, problemas de comportamiento y en el desempeño académico y, lo más importante, dificultades en el lenguaje y la lecto-escritura.

No tienen porqué darse todos estos síntomas pero sí más de uno para poder pensar que se trata de un trastorno auditivo. Las causas pueden ser muchas, neurofuncionales, otitis repetitivas, congénitas o problemas emocionales graves, por ejemplo. No obstante, antes de ponernos en lo peor, debemos acudir a un especialista que diagnostique el problema y nos de orientaciones para el tratamiento adecuado.


¿Lo habéis oído?

martes, 7 de enero de 2014

Codo con codo

Han venido los Reyes y han dejado muchos regalos... pero ¡¡¡para ser utilizados!!!

Si SSMM se han arriesgado a dejar pintura, plastilina, tijeras o cualquier tipo de manualidad es para que los niños pongan en práctica cualquier habilidad. Los papás tendréis que sentaros y codo con codo, ayudarles a experimentar, a aprender y sobre todo a disfrutar. Es una ocasión para educar en el cuidado por las cosas, en el buen uso de los juguetes nuevos, recoger... 


Cuando los niños se van haciendo mayores y descubren la realidad de ese día tan especial, hemos de conseguir que, más allá de elegir personalmente los regalos, valoren el esfuerzo y pongan ilusión en recibir y hacer regalos. Una manera de "justificar" esa mentirijilla me ha llegado en forma de cuento:

Los Reyes Magos son verdad

Apenas su padre se había sentado al llegar a casa, dispuesto a escucharle como todos los días lo que su hija le contaba de sus actividades en el colegio, cuando ésta en voz algo baja, como con miedo, le dijo:

- ¿Papa?

- Sí, hija, cuéntame

- Oye, quiero... que me digas la verdad

- Claro, hija. Siempre te la digo -respondió el padre un poco sorprendido

- Es que... -titubeó Blanca

- Dime, hija, dime.

- Papá, ¿existen los Reyes Magos?

El padre de Blanca se quedó mudo, miró a su mujer, intentando descubrir el origen de aquella pregunta, pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido como el suyo que le miraba igualmente.

- Las niñas dicen que son los padres. ¿Es verdad?

La nueva pregunta de Blanca le obligó a volver la mirada hacia la niña y tragando saliva le dijo:

- ¿Y tú qué crees, hija?

- Yo no sé, papá: que sí y que no. Por un lado me parece que sí que existen porque tú no me engañas; pero, como las niñas dicen eso.

- Mira, hija, efectivamente son los padres los que ponen los regalos pero...

- ¿Entonces es verdad? -cortó la niña con los ojos humedecidos-. ¡Me habéis engañado!

- No, mira, nunca te hemos engañado porque los Reyes Magos sí que existen -respondió el padre cogiendo con sus dos manos la cara de Blanca.

- Entonces no lo entiendo, papá.

- Siéntate, Blanquita y escucha esta historia que te voy a contar porque ya ha llegado la hora de que puedas comprenderla -dijo el padre, mientras señalaba con la mano el asiento a su lado.

Blanca se sentó entre sus padres ansiosa de escuchar cualquier cosa que le sacase de su duda, y su padre se dispuso a narrar lo que para él debió de ser la verdadera historia de los Reyes Magos:

Cuando el Niño Jesús nació, tres Reyes que venían de Oriente guiados por una gran estrella se acercaron al Portal para adorarle. Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto, y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el más anciano de los Reyes, Melchor, dijo:

- ¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño! Deberíamos llevar regalos a todos los niños del mundo y ver lo felices que serían.

- ¡Oh, sí! -exclamó Gaspar-. Es una buena idea, pero es muy difícil de hacer. No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo.

Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría, comentó:

- Es verdad que sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil poder recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños. Pero sería tan bonito.

Los tres Reyes se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su deseo. Y el Niño Jesús, que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento, sonrió y la voz de Dios se escuchó en el Portal:

- Sois muy buenos, queridos Reyes Magos, y os agradezco vuestros regalos. Voy a ayudaros a realizar vuestro hermoso deseo. Decidme: ¿Qué necesitáis para poder llevar regalos a todos los niños?

- ¡Oh, Señor! -dijeron los tres Reyes postrándose de rodillas.
Necesitaríamos millones y millones de pajes, casi uno para cada niño que pudieran llevar al mismo tiempo a cada casa nuestros regalos, pero, no podemos tener tantos pajes, no existen tantos.

- No os preocupéis por eso -dijo Dios-. Yo os voy a dar, no uno sino dos pajes para cada niño que hay en el mundo.

- ¡Sería fantástico! Pero, ¿cómo es posible? -dijeron a la vez los tres Reyes Magos con cara de sorpresa y admiración.

- Decidme, ¿no es verdad que los pajes que os gustaría tener deben querer mucho a los niños? -preguntó Dios.

- Sí, claro, eso es fundamental - asistieron los tres Reyes.

- Y, ¿verdad que esos pajes deberían conocer muy bien los deseos de los niños?

- Sí, sí. Eso es lo que exigiríamos a un paje -respondieron cada vez más entusiasmados los tres.

- Pues decidme, queridos Reyes: ¿hay alguien que quiera más a los niños y los conozca mejor que sus propios padres?

Los tres Reyes se miraron asintiendo y empezando a comprender lo que Dios estaba planeando, cuando la voz de nuevo se volvió a oír:

- Puesto que así lo habéis querido y para que en nombre de los Tres Reyes Magos de Oriente todos los niños del mundo reciban algunos regalos, YO, ordeno que en Navidad, conmemorando estos momentos, todos los padres se conviertan en vuestros pajes, y que en vuestro nombre, y de vuestra parte regalen a sus hijos los regalos que deseen. También ordeno que, mientras los niños sean pequeños, la entrega de regalos se haga como si la hicieran los propios Reyes Magos. Pero cuando los niños sean suficientemente mayores para entender esto, los padres les contarán esta historia y a partir de entonces, en todas las Navidades, los niños harán también regalos a sus padres en prueba de cariño. Y, alrededor del Belén, recordarán que gracias a los Tres Reyes Magos todos son más felices.

Cuando el padre de Blanca hubo terminado de contar esta historia, la niña se levantó y dando un beso a sus padres dijo:

- Ahora sí que lo entiendo todo papá. Y estoy muy contenta de saber que me queréis y que no me habéis engañado.

Y corriendo, se dirigió a su cuarto, regresando con su hucha en la mano mientras decía:

- No sé si tendré bastante para compraros algún regalo, pero para el año que viene ya guardaré más dinero.

Y todos se abrazaron mientras, a buen seguro, desde el Cielo, tres Reyes Magos contemplaban la escena tremendamente satisfechos.



¡Qué duro ser niño!, pero ¡¡qué apasionante!!

sábado, 4 de enero de 2014

Yes, we can!

Suponed en el niño la cualidad que se desea ver en él, así es más fácil que ésta nazca o se desarrolle.

Seamos razonables, no supondremos que un niño que canta fatal lo hace bien para ver si nace esa cualidad en él; que luego, ya sabemos lo que pasa...


En cambio, podemos suponer en un niño que le cuesta compartir sus cosas la generosidad. A base de motivarle y de valorar esos gestos, es más probable que termine por alcanzar esa cualidad.

La motivación es uno de los impulsores más "saludables" para el desarrollo infantil. Se puede definir como el conjunto de razones, inclinaciones y apetitos que mueven a la voluntad. Es tanto mayor cuanto más se refiere a un fin próximo y puede variar con la edad y el carácter. 


Los niños suelen moverse por estímulos externos o tangibles (premio, reconocimiento,...), se conoce como motivación extrínseca. Los adolescentes y los adultos lo hacen (o así debería ser) por motivos internos o motivación intrínseca (perfeccionamiento, bien a los demás..), el secreto está en personalizar los fines. 



Lograr que un niño esté motivado es un reto importante en la enseñanza. Los maestros debemos conseguir que los alumnos crean en sí mismos, vean una finalidad útil y práctica a aquello que están haciendo y les resulte interesante y significativo. Los padres pueden ayudar a esta labor depositando confianza y afecto en sus hijos, ánimos y sobre todo valorando sus esfuerzos, no sólo sus resultados. 


Además, una persona motivada suele ser una persona segura, optimista, con una buena autoestima y con unos objetivos claros. Lo mejor de esto es que ante un niño inseguro, pesimista o con baja autoestima, la motivación va a ser la medicina para sus males.

El mayor error de un educador es acabar con la esperanza y los sueños de los jóvenes. Sin esperanza no hay camino y sin sueños no hay motivación para caminar.



Lo difícil es saber qué motiva a cada uno, pero YES, WE CAN!