martes, 28 de febrero de 2017

Con solo una mirada

El otro día, la gran blogger y mejor amiga Patricia de Coolhunter Diary me mandó este artículo de la revista Elle.es que hoy comparto con vosotros:




Con muchísimo orgullo a la vez que con muchísima responsabilidad me uno al movimiento #realinfluencers. Mi principal objetivo es ayudar a todo aquel niño que pase por mi vida a ser un poquito mejor cada día, de la misma manera que intento mejorar yo. 

Para bien (espero) o para mal, tengo en mis manos la tarea de acompañar a un considerable número de alumnos en su crecimiento académico pero también personal. Sin ánimo de sonar pedante o engreída -hablo en general- los maestros somos verdaderamente #realinfluencers. Llegamos a provocar la necesidad de instaurar un sistema de reciclaje en los hogares o a evitar la Coca-cola y la comida rápida. "La Señorita Ana dice que tenemos que cuidar el material", "la Señorita Ana dice que si no hacemos pistola para coger el lápiz se nos estropearan las manos", "la Señorita Ana dice..." 

También podemos ser un arma arrojadiza de padres hacia hijos: "Como sigas portándote así le pongo una nota a tu Señorita" o jurado de prestigio: "Le voy a decir a la Señorita Ana lo bien que has...".

En cualquier caso, como maestra te das cuenta de que con solo una mirada llegas a la cabeza y al corazón de los niños, siendo para ellos una persona de influencia. Yo iría más allá, ya que -y hablo por mí- y buscaría los #realpositiveinfluencers. Yo por lo menos me dejo la piel para conseguirlo.



Aunque la canción tenía claramente otro significado, la letra es la realidad de la relación maestro-alumno. 

Con solo una mirada
Con solo una palabra
Me puedes aliviar
Me puedes destruir 
Me puedes convencer 

Con solo una llamada 
Aun de madrugada* 
Me puedes derretir 
Me puedes convertir 
En lo que quieras tú 

Tienes poder sobre mi como puedes ver 
Me has sometido aunque nunca me hayas obligado 

Con solo una caricia 
Tu pelo en mi almohada* 
Me puedes engañar 
Me puedes castigar 
Que nada* cambiará
(todo)*zzzzz  

Me pregunto si causo el mismo efecto en ti 
Me da miedo pensar que algún día no existas 

*Son las únicas palabras que habría que cambiar.

Tristemente, con solo una mirada o una palabra todos tenemos el poder de destruir el desarrollo de un niño, de ahí que debemos ser #realpositiveinfluencers.

¡Ah! y la respuesta es sí; ¡los niños causan el mismo efecto en mi con solo una mirada!

domingo, 19 de febrero de 2017

¡Qué no!

¡Qué no estaba muerta! ¡Qué no!


Me fui sin darme cuenta. Sin despedirme. Con la seguridad que volvería y ha llegado el día. 

Tener un blog "activo" es sinónimo de disponer de mucho tiempo y/o de dedicarte a él profesionalmente. Durante unos meses, podríamos decir que he estado entregando mi tiempo a otras prioridades y como, de momento, Pasito de Gigante no me da de comer, llegó una pausa en mis posts sin premeditación ni alevosía; simplemente eso un descanso hasta saber cómo robarle tiempo al tiempo.

Decido volver porque hay algo en mi corazón, como en el de Chavela Vargas, que "se muere por volver". Porque la educación me apasiona, porque el contacto con los niños me llena, porque enseñar me enriquece y me hace exigente, porque buscar lo mejor en (y para) los demás es buscarlo en (y para) uno mismo. Porque tengo la suerte de vivir de mi vocación.

Eso sí, me propongo que sea una vuelta menos teórica y más práctica. Ser profesora de primaria me ha hecho vivir nuevas situaciones y descubrir otras necesidades educativas distintas a las de la etapa de infantil, complementándolas. Por eso, intentaré explicaros mis vivencias como maestra, como tutora, como educadora... con ejemplos prácticos de casos reales. Situaciones que nos pueden ayudar a todos a actuar para sacar lo mejor de cada uno.

Dicho y hecho.

La semana pasada fui con mis alumnos de 1º de primaria a una residencia de la tercera edad dentro del programa de acción social que desarrolla el colegio. Vamos una vez al trimestre desde el año pasado y, aunque parezca mentira, los niños y los abuelitos van creando algunos vínculos. 



Es llamativo ver las caras de los pequeños ante personas mayores y con problemas de distinta índole y envergadura (sordera, alzheimer, ceguera, invalidez, problemas psiquiátricos...). Lejos de lo que podamos esperar, con toda naturalidad, se ponen a jugar con ellos al bingo, al dominó o a hacer pulseras. Regalan besos y brindan su ayuda de manera espontánea. Quieren saber qué les pasa o por qué gritan. Preguntan la edad sin ningún reparo y miran las galletas de la merienda fijamente hasta que consiguen que las compartan con ellos.

Los niños ven a la vejez muy lejana. Les resulta inconcebible ponerse en su piel; no obstante, se sienten queridos por unas personas que, a pesar de ser "mayores", son delicadas y dependientes. Esto despierta en ellos la necesidad de querer y de ayudar.

Inculcar en los pequeños la virtud de la caridad es sencillo y es fácil que prevalezca en ellos el día de mañana. Desde un punto de vista egoísta, a los que ahora somos adultos nos interesa. Desde un punto de vista educativo, educar en valores y virtudes significa dar pasitos de gigante para hacer del mundo un lugar mejor.


Yo, por mi parte, me alegro de estar aquí otra vez.