La inocencia de los niños hace que cualquier cosa que viven sea mágica. Todo es impresionante a sus ojos. Es una maravilla ver sus caras cuando descubren por sí mismos ciertas cosas.
En ocasiones, los adultos nos aprovechamos de esta inocencia. Su credulidad y su confianza en los adultos hacen que parezcan verosímiles las cosas más increíbles.
Aprovechemos esa referencia que somos para ellos para que, cuando la inocencia vaya desapareciendo, hayan aprendido lo mejor de cada uno de nosotros.
El verano y las vacaciones se prestan a romper los horarios y las rutinas del resto del año y disfrutar al máximo del tiempo libre. Esta idea es fantástica siempre y cuando no trastorne la vida de los niños.
No dejo de ver familias que salen de cenar a las tantas de la noche, tras un largo día de playa y actividades, arrastrando las sillitas de los niños pequeños dormidos, en el mejor de los casos, porque lo normal es que vayan llorando, agotados y hartos de la dura jornada. Y lo peor, es que al día siguiente la historia se repite.
Hasta cumplir el año, el bebé necesita dormir unas 10 horas por la noche (teniendo en cuenta que en los primeros meses se dan interrupciones en el sueño porque el niño necesita comer con mayor frecuencia). Entre los 12 meses y los 3 años, es recomendable que duerman unas 12 horas, siestas a parte. De 4 a 5 años, en general, abandonan el hábito de la siesta; sin embargo siguen durmiendo unas 10-12 horas por la noche. A partir de los 6-8 años se va reduciendo la necesidad de sueño hasta las 8 horas que son recomendables en los adultos.
En cualquier caso, es importante recordar que mantener al bebé despierto el máximo de horas posibles durante el día para que por la noche duerma mejor es un gran error. El propio cansancio hará que les cueste más conciliar el sueño.
El sueño es imprescindible en los primeros meses para que el cerebro, ya que es durante este proceso cuando se desarrolla la mayor cantidad de la hormona del crecimiento, el sistema nervioso madura y el organismo se desarrolla. Está demostrado que el rendimiento escolar de los niños que no descansan el tiempo necesario es inferior.
Tendremos que buscar planes que permitan compatibilizar diversión y descanso.
Carmen Gil, autora de algunos de los poemas publicados en Minipoetas, ha tenido la amabilidad de compartir con nosotros un dulce menú que recitado por los niños suena delicioso.
El arte de la poesía es mayor cuando el autor es un niño pequeño. Rimar es harto complicado para ellos, y ya no digamos si lo que buscamos es un verso bonito y con significado.
Sin embargo, los niños aprenden muy bien cualquier concepto mediante la música. Las actividades que hacen cantando se vuelven mucho más sencillas. La poesía es una canción leída.
Introducirla es muy sencillo ya que hay muchos cuentos hechos poema. Enseguida les engancha y suelen aprenderla con gran facilidad. Además, la rima es una actividad que refuerza la atención, la conciencia fonológica, elementos clave para la lecto-escritura, y la creatividad.
Os dejo aquí algunas que me chiflan para niños de hasta 6 años:
DIBUJAR UNA CASITA, Gloria Fuertes
Dibujar una casita
es la cosa más bonita.
Primero se hace un cuadrado
y se le pone un tejado.
Píntale la chimenea
¡con el humo qué se vea!
Dos ventanas y una puerta,
bien cerrada: ¡qué no entre la bruja que anda suelta!