La capacidad de un niño de controlarse y regular sus impulsos es baja, se desarrolla mediante el entrenamiento. Por un lado, hay que evitar la concesión, el aquí y ahora, el dejar de hacer lo que tenemos entre manos para atender toda demanda. Hemos de enseñar a los niños a aguantarse, a saber esperar, a asumir que existen turnos, momentos oportunos e inoportunos para hacer y pedir las cosas.
Walter Misehel llevó a cabo, en la década de los sesenta, una investigación con preescolares de cuatro años de edad. Les proponía un verdadero reto para el control de sus impulsos y tentaciones: El test de la golosina (Marshmallow Test)
El autocontrol es una estrategia imprescindible para la regulación emocional y social. Los niños que desde pequeños entrenan esta habilidad es más probable que de mayores presenten capacidades como la competencia social, la eficacia personal, actitud emprendedora y la capacidad de afrontar las frustraciones de la vida.
Aunque cueste, ¡hay que aprender a aguantarse...!