martes, 8 de septiembre de 2015

ReFormarse

La verdad es que es una gran suerte formar parte de un colegio que se preocupe tanto por la formación del profesorado. Para estos primeros días previos al inicio de curso, Anabel Valera, coordinadora académica de Highlands, ha organizado unas sesiones muy interesantes en las que hemos tenido la suerte de poder contar con el asesoramiento de expertos en lenguaje y oratoria para mejorar nuestra manera de enseñarlo en el aula. 



El curso de ayer, ofrecido por Daniel Gabarró, nos abría horizontes en el campo de la ortografía, a través de su programa "Ortografía sin esfuerzo" basado en la "Programación Neurolingüistica" (PNL), tan en boga.

Haría falta un blog a parte, dedicado única y exclusivamente a hablar de PNL. Esta rama de la comunicación considera que el cerebro de las personas sigue una serie de patrones para resolver los distintos retos cognitivos a los que se va enfrentando. La PNL tiene entre sus objetivos "describir los procesos mentales de forma suficientemente clara como para que puedan ser enseñados". En su charla es lo que el llama "la cocina de la mente" para hacerlo más gráfico: si un individuo no tiene ni idea de hacer una tortilla y otro sí, bastará que el primero explicite la receta paso a paso, de forma clara y ordenada para que el segundo sea capaz de reproducirla. El primero conoce su manera de aprender, su metacognición; al segundo, le ayudamos dándole estrategias para hacerlo. Para Gabarró, esto también sucede con las lenguas; cuando el proceso mental es claro y conocido para un idioma, podrás aplicarlo para el aprendizaje de los demás. 

Bajo esta definición, el punto más destacable de su discurso es que el maestro debe indicar al niño cuál es el proceso mental que él mismo lleva a cabo para resolver una tarea, para que después el alumno pueda aplicarlo, primero en gran grupo o grupos de trabajo y después individualmente. 


En el caso de la ortografía, su propuesta se aleja mucho del aprendizaje de normas y excepciones. Según la PNL, dominar la ortografía de una lengua depende de la memoria visual y del dominio del léxico cacográfico. Sin embargo, tienen que darse unos requisitos previos antes de alcanzar dicho nivel de control. El niño debe:
- hablar el idioma.
- Oír al escuchar, descartando posibles problemas auditivos y trabajando a fondo la conciencia fonológica.
- Leer ágilmente, 50 palabras por minuto.
- Ver al mirar, descartando posibles problemas de optometría.

Si los requisitos se cumplen, se puede empezar a enseñar la ortografia desde la PNL mediante un trabajo que se centra básicamente en la representación mental de la palabra a nivel escrito, esto es, que en el cerebro aparezcan las palabras tal cual se escriben, no su imagen ni su sonido. Para ello, su programa recoge una serie de ejercicios de atención visual adecuados para todas las edades que se presentan a modo de juego con una colección de imágenes. Estos juegos se van complicando progresivamente, invitando al alumno a jugar con palabras desde 2 hasta 5 letras, las cuales tendrán que recordar, deletrear de atrás a adelante (complicadísimo para una inexperta como yo) y al revés o responder preguntas relacionadas con la estructura (¿la F es roja en la primera palabra?...). Una vez superada esta fase, la siguiente consiste en dominar el vocabulario cacográfico, esto es, las 100 palabras más usadas de una lengua, que son a su vez las que generan el mayor porcentaje de faltas.

Esta última etapa se debe reforzar con la copia, la lectura y el dominio de las palabras de la vida cotidiana. La recomendación de Gabarró es la de enseñar 7 normas de ortografía más significativas y prescindir de aquellas plagadas de excepciones y anexos.


Con diez minutos diarios de estos ejercicios lograremos que el niño deje de usar su memoria auditiva, causante de la mayoría de faltas de ortografía y trabaje a partir de su memoria visual, mejorando hasta un 80% las faltas ortográficas.

Me queda mucho en el tintero ya que la charla de Daniel Gabarró dió mucho de sí. Prometo compartirlo en futuras entradas.

Saicarg Lebana rop nat aneub nóiccele.

(Gracias Anabel por tan buena elección al revés).

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