Hay algo entre Pasito de Gigante y yo que me impide dejarlo. Llevo meses pensando que "este será el último post" pero, después me arrepiento y sigo acumulando ideas para poder publicar algo más adelante.
En esta situación me encontraba, a punto de dejarlo, cuando leyendo "Sopa de pollo para el alma" di con este poema:
Los niños aprenden lo que viven
Si los niños conviven con críticas, aprenden a condenar.
Si los niños conviven con hostilidad, aprenden a ser agresivos.
Si los niños conviven con miedo, aprenden a ser cobardes.
Si los niños conviven con compasión, aprenden a compadecerse de sí mismos.
Si los niños conviven con ridículo, aprenden a ser tímidos.
Si los niños conviven con celos, aprenden a sentir envidia.
Si los niños conviven con vergüenza, aprenden a sentirse culpables.
Si los niños conviven con tolerancia, aprenden a ser pacientes.
Si los niños conviven con estímulo, aprenden a confiar en sí mismos.
Si los niños conviven con elogios, aprenden a apreciar a los demás.
Si los niños conviven con aprobación, aprenden a valorarse a sí mismos.
Si los niños conviven con aceptación, aprenden a encontrar amor en el mundo.
Si los niños conviven con reconocimiento, aprenden a tener un objetivo.
Si los niños conviven con solidaridad, aprenden a ser generosos.
Si los niños conviven con sinceridad, aprenden que es la verdad.
Si los niños conviven con ecuanimidad, aprenden qué es la justicia.
Si los niños conviven con amabilidad y consideración, aprenden a respetar a los demás.
Si los niños conviven con seguridad, aprenden a tener fe en sí mismos y en quienes les rodean.
Si los niños viven con afecto, aprenden que el mundo es un maravilloso lugar donde vivir.
Dorothy Nolte
La reflexión está clara: ¿con qué conviven tus hijos?
No se trata de enmascarar los errores o de mirar hacia otro lado cuando hay un mal comportamiento, se trata de educar desde el afecto, ofreciendo seguridad y coherencia en nuestras decisiones y actuaciones.
Hagamos de este verano un momento de convivencia con la tolerancia, el estímulo, los elogios, la aprobación, la aceptación... ¡Es la mejor manera de aprovechar las vacaciones!
Los niños aprenden lo que viven
Si los niños conviven con críticas, aprenden a condenar.
Si los niños conviven con hostilidad, aprenden a ser agresivos.
Si los niños conviven con miedo, aprenden a ser cobardes.
Si los niños conviven con compasión, aprenden a compadecerse de sí mismos.
Si los niños conviven con ridículo, aprenden a ser tímidos.
Si los niños conviven con celos, aprenden a sentir envidia.
Si los niños conviven con vergüenza, aprenden a sentirse culpables.
Si los niños conviven con tolerancia, aprenden a ser pacientes.
Si los niños conviven con estímulo, aprenden a confiar en sí mismos.
Si los niños conviven con elogios, aprenden a apreciar a los demás.
Si los niños conviven con aprobación, aprenden a valorarse a sí mismos.
Si los niños conviven con aceptación, aprenden a encontrar amor en el mundo.
Si los niños conviven con reconocimiento, aprenden a tener un objetivo.
Si los niños conviven con solidaridad, aprenden a ser generosos.
Si los niños conviven con sinceridad, aprenden que es la verdad.
Si los niños conviven con ecuanimidad, aprenden qué es la justicia.
Si los niños conviven con amabilidad y consideración, aprenden a respetar a los demás.
Si los niños conviven con seguridad, aprenden a tener fe en sí mismos y en quienes les rodean.
Si los niños viven con afecto, aprenden que el mundo es un maravilloso lugar donde vivir.
La reflexión está clara: ¿con qué conviven tus hijos?
No se trata de enmascarar los errores o de mirar hacia otro lado cuando hay un mal comportamiento, se trata de educar desde el afecto, ofreciendo seguridad y coherencia en nuestras decisiones y actuaciones.
Hagamos de este verano un momento de convivencia con la tolerancia, el estímulo, los elogios, la aprobación, la aceptación... ¡Es la mejor manera de aprovechar las vacaciones!