martes, 1 de septiembre de 2015

Ilusiones renovadas

A pesar de que os pueda parecer insólito, ¡las vacaciones se me han hecho cortas! Como decía Bugs Bunny...


Eso sí, tenía; tengo ganas de volver a empezar el curso, de recibir a los niños con la clase preparada y con las ilusiones renovadas.

Hoy la mayoría de los profesores hemos empezado "el cole". Sillas y mesas vacías, paredes sosas, pasillos silenciosos, la alegría de volver a ver a compañeros del curso pasado, conocer a algunos nuevos... y mucho trabajo. En sólo unos días tenemos que:
  • Preparar y decorar las aulas para convertirlas en un lugar cálido y acogedor donde los niños se sientan a gusto, cómodos, seguros.
  • Programar las primeras semanas atendiendo al proceso de adaptación que los alumnos de infantil (y otros no tan pequeños) necesitan al empezar un nuevo curso.
  • Recibir, asimilar y tratar de llevar a la práctica la formación y las innovaciones que nos ofrece el colegio.
  • Traspasar la información de nuestros alumnos del curso pasado a su futura tutora.
  • Empaparnos de toda la información académica y personal que vaya a ayudar a los niños en su formación integral.
  • Un largo etc., antes de que el día 14 de septiembre los niños empiecen el cole.

Nuestro director, el P. Gonzalo Monzón LC, nos ha recibido compartiendo con el claustro una reflexión sobre la educación basada en la etimología de la palabra maestro. Tal y como indicaba, maestro viene del latín, magister y se utilizaba para designar a aquel que ha alcanzado el más alto grado de conocimiento y competencia en su campo o profesión y por eso puede dar lecciones en ello. Se compone de los términos magis, que significa más y stare o estar de pie, de modo que un magister, maestro, es el que está parado más alto, haciendo alusión a su nivel de conocimientos que va a transmitir a sus alumnos.

En consecuencia, los maestros tenemos la obligación de conocer aquello que vamos a transmitir y dominarlo. No obstante, la realidad es que, tal y como decía el director, muchas veces somos nosotros los que aprendemos del día a día de nuestros alumnos, seres curiosos y exigentes que todo lo quieren saber. El P. Gonzalo también añadía un símil comparando la formación integral de una persona con la construcción de un edificio: "en la construcción del edificio de la vida, el maestro debe ser capaz de ver dónde falta el ladrillo, de encajar uno sobre otro levantando una obra fuerte y sólida que se sostenga firme con el paso de los años".

Padres y maestros debemos seleccionar bien los ladrillos y forjar una estructura llena de virtudes y habilidades. La mejor manera de hacerlo es poniendo el corazón en ello.


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