miércoles, 16 de diciembre de 2015

¡Sorpresa!

Los niños son curiosos por naturaleza. Todo cuanto descubren les intriga, les fascina. Desde lo más insignificante hasta lo más impresionante para un adulto, es observado con estupefacción por quienes están despertando a la vida.


Sir Ken Robinson está convencido de que "las escuelas matan la creatividad" y en parte tiene razón. Y no sólo las escuelas, también los adultos. La realidad que hemos creado nos obliga a quitar importancia a lo que los niños dedicarían toda una tarde.

Conversación real en el patio del colegio, hoy a las 13h50':
Ignacio: - ¡Mira Srta. Ana: en el patio una colmena!
Ana: - ¿Dónde? -me acerco- ¡Cuidado, no toques!... ¿A ver?... No es una colmena, es sólo un agujero en la pared. 

Está claro que no hay que poner en peligro la salud y el bienestar de los niños. También es obvio que no vamos a mentir para mantener vivas algunas ilusiones pero siempre hay una tercera opción: el término medio. Qué distinta hubiera sido su reacción si yo hubiera dicho:

- ¿Tú crees? Ve a buscar una lupa para verlo mejor. ¡Quizá vivan otros animales!

¡De todo se aprende en esta vida!


El juego heurístico es la antesala de todo esto. Se da de forma natural en los niños a partir del año aproximadamente. Cuando sus habilidades motrices empiezan a desarrollarse los niños juegan con todos los objetos que tienen a su alcance, dándoles usos insólitos. A base de la metodología de prueba y error aprenden y ejercitan no sólo las habilidades motrices, también las cognitivas, las emocionales y las sociales, ya que se puede practicar en grupos reducidos. A partir de los dos años, el interés por jugar con "cosas" empieza a reemplazarse por el de jugar con juguetes aunque he podido comprobar que hasta P5 los niños son grandes exploradores y acumuladores de todo tipo de elementos.


Es imprescindible ofrecer al niño todo tipo de objetos "caseros" o naturales para que explore y manipule los distintos elementos utilizándolos de forma libre y creativa. 

¿Alguna idea?... Pues desde tapones de botella, chapas, pinzas, nueces, telas, cajas de cartón, corchos, palos de helado, cadenas, ovillos de lana, hasta pelotas de distintos tamaños, utensilios de cocina, botellas, anillas de cortina, conchas, pasando por llaves, CD's, coladores, rollos de papel de w.c., piedras...  Todo el material ofrecido debe ser de fácil manejo y muy variado en cuanto a color, textura, dimensiones... Es bueno recopilar al menos 15 tipos de objetos e irlos dosificando y combinando a lo largo de las distintas sesiones para lograr atraer la atención del niño.



 Es recomendable que haya material que permita apilarse o conetnerse así como distintas cajas vacías para que tengan la posibilidad de clasificar los objetos decidiendo ellos mismos el criterio para agruparlos. También se puede aprovechar el momento de recogida para trabajar la clasificación.

Aunque es una actividad que se puede realizar a diario hay que tener en cuenta que el interés de los niños decrece cuando ya conocen bien las posibilidades de los materiales que tienen delante. En ese caso, sería conveniente ir renovando el surtido de materiales con cosas nuevas que capten de nuevo su interés. Por otro lado, no podemos esperar que se entretengan indefinidamente con esta actividad, debemos poner fin cuando veamos que el niño empieza a distraerse y deja de explorar.


Con el juego heurístico estimulamos la percepción de las cualidades de los objetos: materia, textura, dimensión, volumen, peso, color u olor; descubre las leyes de la naturaleza como la gravedad y equilibrio, en base a las cuales realiza las primeras hipótesis y deducciones; aprende operaciones lógicas como la comparación o la clasificación, desarrolla su creatividad, su motricidad (especialmente la fina) y su orientación espacial, además de su observación o su concentración.
Con todo esto, los Reyes Magos no van a tener ninguna duda de cómo sorprender a los más pequeños de la casa para que éstos se sigan sorprendiendo.

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