lunes, 21 de octubre de 2013

Con un poco de azúcar...

La educación en valores es algo que se debe trabajar desde los primeros años de vida de los niños. En un post anterior ya vimos la cantidad de valores que podemos inculcar para que, con el esfuerzo diario, se conviertan en virtudes y formen parte de la personalidad de los niños.

Los estudios que hablan sobre periodos sensitivos explican que, a partir de un año, el ser humano ya puede interiorizar el orden y las normas, a partir de los 3 años puede aprender y desarrollar cuestiones como la obediencia, la sinceridad o la justicia.



Para ello es importante establecer un plan como padres y tener un proyecto común. Asimismo es conveniente que el centro que se elija como colegio para los niños sea coherente con estos principios que se viven en casa.

Para inculcar la obediencia es un error basarnos en el "NO", el "PORQUE NO" o en el "PORQUE LO DIGO YO Y PUNTO". Es mejor explicar por qué no se pueden o se deben hacer las cosas para que el niño no asuma que es un desobediente al oír constantemente que hace cosas que no puede o debe hacer. Tampoco se trata de justificarse. El adulto debe tomar decisiones que no son arbitrarias, tienen un fundamento (su bienestar, su aprendizaje, su salud...) y el niño cumplirlas intentado comprenderlas. Si es así, lo hará más contento.


Otro aspecto importante es que los padres o educadores mantengamos una postura unánime frente a los niños. No les resulta nada útil que por un lado le digan "A" y por otro "B". Y lo peor de este vaivén es que ambas partes pierden autoridad ante él.

Además no debemos buscar la obediencia con gritos ni amenazas. Hay que hablar, decir las cosas una vez y explicar las consecuencias que tendrá el hecho de no obedecer. Y si se da el caso, cumplir con lo hablado y llevar a cabo las consecuencias advertidas.

A veces, cuando los niños se resisten a obedecer, es mejor disfrazar las órdenes de encargos o ayudas imprescindibles. Así, si en lugar de decir: "¡recoge tus juguetes!", dices: "necesito que me hagas un favor: me ayudas a recoger los juguetes mientras preparo la cena..." o "esta semana tú eres encargado del orden de juguetes"; es más probable que la sensación de utilidad y de responsabilidad les motive a cumplir con lo establecido.



Por último y como siempre debemos predicar con el ejemplo. Así, no será viable decir a un niño que recoja su habitación si cuando llegamos a casa dejamos la chaqueta en el comedor, el bolso en el salón, el móvil en la cocina y la ropa encima de la cama. Si queremos obediencia en algún aspecto, debemos ser la referencia de su aprendizaje.


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