viernes, 21 de febrero de 2014

Juego de niños

Los niños pasan muchas horas en el cole. En ese tiempo establecen relaciones afectivas con sus compañeros y sus profesores, pero éstas no siempre son recíprocas. Es el primer choque con la cruda realidad. Los primeros éxitos y fracasos en nuestras relaciones sociales se dan en este entorno. Pero ni los unos ni los otros son siempre 100% responsabilidad de uno mismo.



Hoy en día, el acoso escolar, el maltrato entre iguales, el bullying o como se le quiera llamar es una realidad que marca la infancia de algunos niños, demasiados. Hay muchas maneras de que un menor acose o discrimine a otro: 
- Físico: Agresión física directa (conductas como pegar, golpear, empujar, dar collejas o realizar agresiones físicas colectivas) o agresión física indirecta (dañar las propiedades de la víctima). 
- Verbal: se trata de desprestigiar o difamar a la víctima con la intención de aislarle socialmente. Incluye conductas como insultar, poner motes y hablar mal del otro. No se debe confundir con una falta de educación. 
- Social: pretende provocar el aislamiento de la persona con respecto a su grupo de referencia al no dejarle participar en las actividades, ignorándole y marginándole. En algunos casos, los profesores pueden asociar el aislamiento de la víctima a su propia personalidad porque se trata de una persona con dificultades para relacionarse socialmente. 
- Psicológico: aunque todas las formas de maltrato anteriores tienen elementos psicológicos, cuando hablamos de esta forma de maltrato nos referimos a aquel acoso que provoca una disminución de la autoestima, y genera inseguridad y miedo. Los maltratadores tienden a burlarse de la víctima, la infravaloran y humillan.
- Cyberbullying: acoso llevado a cabo a traves de las nuevas tecnologías mediante insultos en las redes sociales, persecución telefónica, amenazas, suplantación de la identidad...


No debemos detectar maltrato en cada acto que nos rodea, hay que tener muy en cuenta si son conductas aisladas o repetitivas en el maltratado o acosador.

Las víctimas de dicho acoso suelen presentar cinco patrones de conducta:
- Conductas de miedo, huida y evitación: faltas a clase reiteradas, sale el último del colegio o de la clase, cambia de ruta en su trayecto diario, evita hablar de su día a día en el colegio.
- Conductas depresivas: llantos, ansiedad, tristeza, irascibilidad, 
- Conductas ansiosas, conductas que expresan inseguridad: nerviosismo, baja autoestima, busca la compañía del adulto, soledad.
- Dificultades en las relaciones sociales: aislamiento social, búsqueda de amigos de cursos inferiores, adopta el rol de bufón, no tiene amigos ni participa en las actividades colectivas de la clase.
- Descenso del rendimiento académico: es gradual y va acompañado de distracciones constantes, pérdida de interés.

Otras alarmas que pueden saltar es que la víctima pida dinero o algunos objetos sin especificar el motivo (para entregárselos al acosador), presenta lesiones físicas inexplicables, habla de pérdidas constantes del material escolar o del bocadillo, recibe llamadas telefónicas extrañas o muy numerosas tras las cuales se muestra alterado.



Las víctimas son, generalmente, personas inseguras, débiles, sensibles, con baja autoestima y una autopercepción social negativa. Suelen ser personas solitarias y con escasas relaciones sociales, muy apegadas a su familia, lo que aumenta el rechazo.
La situación de maltrato incrementa su nerviosismo y provoca incluso trastornos de ansiedad, lo que les lleva a percibir el centro de forma negativa, de manera que tienden a evitarlo y desarrollan conductas absentistas.

A pesar de lo que pueda parecer, los agresores son alumnos cuyo nivel de integración escolar es bajo. Lo que pretenden con esa conducta es dominar a los demás y buscan su propio beneficio. Emplean la violencia verbal y física comportándose de forma disruptiva en el centro.



Esta actitud se debe evitar inculcando tanto en casa como en el colegio valores como el respeto, el compañerismo, la riqueza de la diversidad, la bondad y la valentía. Y, sobre todo, debemos fomentar la autoestima de nuestros niños haciendo de ellos personas seguras en sí mismas y capaces de evitar y enfrentar situaciones como estas.



Nota: Información extraída del Manual de la asignatura Educación y convivencia dentro y fuera del aula. UNIR 2012.

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