domingo, 19 de octubre de 2014

Cortar por lo sano

La paciencia es una virtud muy valorada entre padres y madres, en los maestros debería darse por supuesto. Para ejercer la paternidad o en el ámbito de la enseñanza es casi imprescindible. El que se ha considerado impaciente toda su vida, se da cuenta que existe un poso de paciencia latente en su interior que empieza a salir a la luz cuando se encuentra en pleno desarrollo de su papel de progenitor.

No obstante, la paciencia no es infinita y, es más, no tiene por qué serlo. La típica frase de "se me está agotando la paciencia" es real y para muestra...


Y es que hay veces que, cuando los niños (y no tan niños) han despreciado todas las oportunidades que les hemos brindado, hay que cortar por lo sano. Atajar el problema de raíz.

El vídeo anterior es un ejemplo un poco drástico, pero estoy segura de que este chico está trabajando, aunque su único leitmotiv sea ganar dinero para comprarse más vídeojuegos.

Otras veces los niños están inquietos o "pesados" por el simple hecho de ser niños: cansancio, ganas de moverse, malestar, hambre... y la paciencia nos puede ayudar a controlar nuestras reacciones pero siempre podemos buscar medios alternativos para distraerlos hasta poder resolver dichas inquietudes.




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