miércoles, 8 de octubre de 2014

Humor de perros

No soy amante de los animales, lo reconozco. No es que me den miedo, es que no me gustan. No despiertan en mi interés, no me enternecen.

El caso es que, cuando hay niños de por medio, la cosa cambia.



Dejando a un lado mis gustos, los animales (la naturaleza en general) son una fuente riquísima de experiencias reales, naturales, sensoriales, emocionales y llenas de vida que alimentan el aprendizaje tanto o más que cualquier otro tipo vivencias.

Según Catherine L'Ecuyer en su libro Educar en el asombro, "los niños necesitan más que nunca asombrarse pacientemente mirando como se arrastra un caracol, observando cómo una flor crece, cómo una gota de lluvia resbala por el cuerpo de un ciempiés peludo, viendo aparecer un brote, regando las plantas...".

Es verdad que los niños tienen una pasión natural por la naturaleza y que somos los adultos los que la coartamos. Un animal en casa o en un zoo despierta en ellos una infinidad de preguntas y respuestas que de otro modo no aparecen. Y si además añadimos el desarrollo motor que favorecen algunas mascotas como la del vídeo así como tantas virtudes (responsabilidad, dedicación, esfuerzo,...) podemos decir que la naturaleza, por sí misma, educa a las personas.


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