lunes, 25 de enero de 2016

Cambiar el chip

La etapa de infantil es crucial para asentar conductas, inculcar comportamientos, valores y hábitos. Parecerá que exagero, pero no. Ya lo hemos contado muchas veces.

El caso es que puede llegar a ser increíblemente sencillo cambiar el chip de un niño: mano izquierda y perseverancia; el cambio llega.


Cuando digo mano izquierda no me refiero a chantajes ni premios. El cambio en el niño se logra a través de la motivación y el afecto. Ellos, como los adultos, tienen preferencias y habilidades así como cosas que les cuesta  llevar a cabo. En general, ante estas cosas, se plantan: no me quiero duchar solo, no sé subirme la cremallera, no quiero leer, estoy cansado y no quiero recoger, la cena no me gusta, este peine me hace daño... En ocasiones incluso aparece el llanto o el "orgullo". 

En este punto es cuando hay que darle al interruptor, desbloquear la cabezonería y activar la transmisión de confianza en ellos. Como es obvio, el cambio no se produce de un día para otro. Hay que ser paciente e insistir en lo orgullosos que nos sentimos de todos sus esfuerzos. Reconociendo los más pequeños -sin exagerar- despertaremos en ellos ese gusanillo propio de los niños por agradar al adulto, especialmente a sus profesoras que nace alrededor de los 5 años y se alarga durante los primeros cursos de primaria.

Otra manera de cambiar el chip es "reciclando" esas conductas que no nos gustan en los niños. Un niño al que le cuesta comer se le puede nombrar responsable del comedor y como tal, ser el modelo y el ejemplo de todos sus compañeros o de sus hermanos. A quien le gusta mandar y le cuesta ceder se le puede encargar que no haya nadie en el patio jugando solito. Al niño que usa la fuerza para interactuar con sus amigos se le puede pedir que sea el ayudante en casa o en el cole de las tareas más físicas...


Y así, poooocooo a poooocoooo.... conseguiremos darle la vuelta a la tortilla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario