De toda la vida se ha dicho que "sarna con gusto, no pica". En el caso de los niños es exagerado. Son capaces de dedicarse por tiempo indefinido a aquellas actividades que más les divierten, Si obligas a un adulto a tumbarse en la bañera por horas, hasta arrugarse en agua fría, o a sentarse en la arena a hacer castillos toda una mañana de agosto, lo más probable es que coja "carretera y manta"; pero a un niño eso se le queda corto.
Un milímetro. Quizá dos. Eso es lo que has cambiado de posición su juguete preferido o su coleta al recogerle el pelo. O la cantidad de lechuga que hay en el tenedor y que quieres que se coma para demostrarle que no es tan mala. Lo nota y le molesta. Protesta.
Para que el proceso de aprendizaje de los niños sea un éxito es imprescindible conocer sus intereses y sus habilidades y poder estimularlos. Es a partir de estos de dónde nacen los aprendizajes significativos, se despierta la curiosidad y las ansias de saber más.
Hay familias que acuden a expertos por que su hijo tiene dificultades en ciertas áreas de aprendizaje y buscan ayuda de profesionales especializados que a base de horas y de técnicas ayuden a los niños a superar esos problemas. Obviamente, debemos ofrecer a los niños todo el apoyo que necesiten para lograr su máximo desarrollo tanto a nivel cognitivo como humano.
Sin embargo, ¿no parece más lógico que averigüemos qué se les da bien, o mejor aún, qué les gusta hacer a los niños para que puedan entrenarse y llegar a ser los mejores?
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