martes, 6 de noviembre de 2012

Face to face

Los adultos somos gigantes para los niños. Seres enormes que les hablan desde una altura que hace que tengan que levantar la cabeza. Esta distancia no es sólo física.



Nuestra altura supone una distancia emocional y afectiva. Cuando hablemos con un niño debemos agacharnos, ponernos a su altura, face to face. No importa su edad, ni si hablamos de lo que ha hecho en el cole o si vamos a reñirle por haber roto algo. Manteniendo nuestra mirada a la altura de la suya, daremos a esa conversación un valor muy superior al que obtendría de cualquier otro modo.

No se trata de condescendencia ni de falta de autoridad. Una felicitación o reprimenda a un determinado comportamiento, a un metro escaso del suelo consigue un doble efecto: mayor atención y refuerzo de la seguridad. Los niños aprenden quien pone las normas tras observar quien, con disciplina, coherencia, paciencia, ejemplo y cariño las promueve; y no por quien las repite incesantemente (o a veces, las grita).

Demuestra el dominio de las sentadillas que practicas en el gimnasio y ponte a su altura!


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