
Si buscamos que el niño se concentre en una actividad hay que minimizar los distractores. Si el suelo está repleto de juguetes, le costará centrarse en uno; si mientras se le habla la TV está encendida, le costará escucharnos.
Es importante que demos órdenes cortas y sencillas. No podemos encomendar una tarea con oraciones subordinadas y que supongan ir a varios sitios y hacer varias cosas. Es mejor usar una frase sencilla y afirmativa para una sola acción; al terminar, damos la siguiente. Dar encargos a los niños y pedirles su ayuda en tareas sencillas, además de hacer crecer su autoestima, les ayuda a entrenar la atención, la gestión del tiempo y a adquirir hábitos y habilidades sociales.
Hay muchos tipos de atención: selectiva o focalizada, sostenida y dividida o alterna. Todos se pueden trabajar y mejorar con un trabajo constante y dirigido.
De cara al futuro del niño, la atención junto con la memoria y la comprensión van a ser elementos claves para el aprendizaje eficiente gracias al desarrollo de la metacognición.
Veamos cómo de entrenada está nuestra atención. Se trata de un experimento desarrollado por Simons & Chabris en el que se nos pide que contemos cuántas veces se pasan el balón los blancos.
Y tu ¿lo has visto?