sábado, 11 de enero de 2014

Habla cucurucho que no te escucho

La audición es la vía habitual para adquirir el lenguaje, uno de los más importantes atributos humanos. Además, permite la comunicación.

Los problemas auditivos en los niños son más frecuentes de lo que imaginamos  y representan un handicap para su desarrollo y aprendizaje. El sentido auditivo está altamente relacionado con la función cognitiva del lenguaje, tanto para producirlo como para interpretarlo. Un déficit de audición puede provocar una ralentización en la adquisición del mismo, y por extensión, de otros aprendizajes.


Entre los 3 y los 6 años se produce, en general, la explosión del lenguaje: los niños hablan por los codos. Si no es así, y durante esta etapa detectamos dificultades de comprensión, de organización de las secuencias de los sonidos, dispersión, falta de atención, dificultades en el aprendizaje o en las relaciones, puede que estemos ante un problema auditivo. 

Os dejo unas pautas que pueden ayudar a detectar dicho déficit y por lo tanto acortar el tiempo hasta poner el problema en manos de un especialista:


- Se tapa los oídos en algunas ocasiones.
- Otitis frecuentes.
- Le cuesta centrar la atención con o sin hiperactividad.
- Se pone nervioso en lugares públicos.
- La gente le confunde.
- Sube el volumen de su voz y habla muy alto.
- Parece oír sonidos que los demás no percibimos.
- A veces da la sensación de estar sordo, como si no oyese.
- Hay que repetirle las órdenes varias veces.
- Falta de madurez.
- Falta de atención.
- Falta de ritmo y coordinación musical.
- Problemas en comprensión, lectura y escritura.
- Pobre rendimiento escolar.

Un trastorno auditivo puede darse en niños con un nivel de inteligencia normal, pero su aparición conlleva que se presenten dificultades de atención, memorización, seguimiento de instrucciones, necesidad de mayor tiempo para procesar la información, problemas de comportamiento y en el desempeño académico y, lo más importante, dificultades en el lenguaje y la lecto-escritura.

No tienen porqué darse todos estos síntomas pero sí más de uno para poder pensar que se trata de un trastorno auditivo. Las causas pueden ser muchas, neurofuncionales, otitis repetitivas, congénitas o problemas emocionales graves, por ejemplo. No obstante, antes de ponernos en lo peor, debemos acudir a un especialista que diagnostique el problema y nos de orientaciones para el tratamiento adecuado.


¿Lo habéis oído?

2 comentarios:

  1. Cuanta razón tienes Ana!!!! hace poco Alex, 4 años, pasó por el quirófano: poner drenajes y quitar vegetaciones!! que descanso, al fin oye!! tras pruebas,reuniones con el colegio, recomendaciones del pediatra y encontrar el otorrino adecuado, decidimos que tras tantas otitis, verlo retraído y a todo preguntar QUÉ???esta era la mejor opción, salió del quirófano y tras despertarse ya no necesitaba ver las caras para entender que se le estaba diciendo. está contento, bromista y feliz!!



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  2. Lo sé y me alegro! Es importantísimo un diagnóstico temprano y acertado para atajar los handicaps que estas situaciones pueden provocar.

    Alex, ahora te toca a ti decidir lo que oyes y lo que escuchas, que no es lo mismo!!! ;)

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