lunes, 1 de septiembre de 2014

La lará la la...

Me encanta la música, casi toda. En especial la que se puede bailar sea cual sea el estilo.

Es conocido por todos que la música ayuda al desarrollo cognitivo. Además entretiene, ameniza un ambiente aburrido, acompaña a los estados de ánimo o incluso los provoca.

El cerebro de algunos tiene un don innato que les permite dominarla, componer, crear, expresar. El de la mayoría se conforma con disfrutarla o como mucho ejecutarla sin hacer del todo el ridículo. Algunos pensamos que dominar un instrumento es imposible...



Los niños deben vivir en entornos musicalmente enriquecidos. Esta idea dista mucho de la de pensar que el "Pollito pío" les aporte algo enriquecedor. Un niño musicalmente estimulado es aquel que ha percibido los sonidos de la naturaleza y el entorno en el que vive gracias al esfuerzo de escuchar lo que no siempre se oye en un día a día que esta colapsado por las prisas: la lluvia, los pájaros, el mar, el viento...

La música clásica puede tener un efecto relajante desde los primeros meses de gestación y que después pueden acompañar algunas rutinas o ambientar una tarde de juegos ayudando al niño a desarrollar el placer por la música. También hay grupos musicales infantiles que se dedican profesionalmente a componer canciones que estimulen el aspecto auditivo así como otros aprendizajes en el niño.

Es conveniente que la música que escuchen los niños desde pequeños tenga una composición trabajada en la que se usen instrumentos que puedan reconocer, y las letras, si las hay, sean adecuadas y con rimas bien elaboradas.

Es bueno que si el niño tiene oído y disfruta de la música, pueda poner en práctica esa virtud, ya que no aprovecharla es limitar un desarrollo cognitivo frenando su inteligencia musical.


Siempre se ha dicho que la música es un lenguaje universal que puede hacer vibrar a todos los seres humanos sean de la raza que sean. Incluso aun cuando no comprendemos una letra o no reconocemos un instrumento, somos capaces de usar una canción como medio de expresión o simplemente como elemento de disfrute.

Y es que con la música, en ocasiones no se necesitan las palabras para comprenderla o interpretarla. Hasta el que se considera más arritmico y con peor afinación, lleva algo de músico dentro, y no es cosa mía, sino de la neurociencia:

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