jueves, 25 de septiembre de 2014

Los increíbles

Resulta que la realidad cambia según con los ojos con los que la miras. Hay cosas que al adulto le parece que son como son y que no cabe la posibilidad que alguien haga otra interpretación. Error.



Qué bonito ver la vida con ojos de niño. Todo les asombra, todo les despierta una sonrisa, todo les hace crecer, todo les hace ser mejores... eso sí, todo lo que les aporta seguridad, afecto, estabilidad y coherencia. 

Los vaivenes sólo gustan en los columpios o en los cochecitos. En la relación con el adulto es importante seguir una línea y trabajar siempre en esa dirección. Obviamente, rectificar es de sabio, si es necesario reformular el planteamiento, se reformula; ahora bien, procurando que sea las menos veces posibles.

Los niños encuentran en el adulto aquello que les hace felices, las risas, los planes, los límites, el cariño, la cercanía, la confianza... y "olvidan lo malo", las regañinas, los enfados, las órdenes que nunca apetece cumplir, la comida que nos obligan a terminar... 

Los hijos no necesitan tener por padres a un par de superhéroes, necesitan alguien que les quiera, que les escuche y que llegue con su ejemplo y sus palabras a su corazón. Aún ahora, a mis 30 ya cumplidos, mis padres siguen siendo para mi los mejores del mundo.


Los alumnos no necesitan un maestro que domine todo el contenido que tiene que enseñar, necesitan un maestro que les enseñe a pensar, a desarrollarse intelectual y emocionalmente, que sea sensible y cariñoso a la vez que exigente y disciplinado.

¡Casi nada!

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