miércoles, 20 de mayo de 2015

Experiencias

Esta semana estoy viviendo muchas experiencias profesionales y personales que me están ayudando a darme cuenta de que ser feliz no debe ser un fin en la vida, sino un medio de vida. Los tópicos de "encontrar la felicidad en las pequeñas cosas" o de "no es un estado, es una decisión" no son del todo falsos pero tampoco del todo ciertos. Hay una frase que citó en su día mi profesor de Didáctica General y que no olvido:

Si yo cambio, aunque nada cambie, todo cambia.

Es difícil ser feliz en algunas situaciones. Los problemas y sinsabores de la vida, los altibajos en nuestras relaciones personales, los contratiempos, los disgustos... No todo lo que vivimos (por no decir casi nada) depende de uno. De lo que sí somos absoluta e individualmente responsables es de como lo vivimos. Morfológicamente actitud y aptitud sólo se diferencian en una letra, pero a nivel semántico la diferencia es sustancial. La actitud lleva a la aptitud.


Tengo una buena amiga que me está enseñando la cara más positiva de las cosas, y así, en positivo, es precisamente como hay que educar a los niños. Alejar de ellos malas palabras, gestos despectivos, menosprecios, críticas... y apostar por la energía positiva, transmitirles seguridad y confianza, la capacidad para valorarse y reconocer los propios logros. Y yendo un poco más allá, entrenar la habilidad para ver lo bueno de lo "malo" de cada uno. Todos tenemos defectos o aspectos a mejorar, pero no es lo mismo asumirlos y resignarnos que aceptarlos con el convencimiento de que todos podemos cambiar.


Educar en positivo no es hacer la vista gorda ante una mala conducta, no es no corregir o no poner límites, no es hacer creer al niño que tiene unas habilidades excepcionales en aquello que es torpe. Educar en positivo es corregir el mal comportamiento y exigir al niño mostrar lo mejor de él, con cariño. Es poner límites realistas y coherentes con nuestra manera de vivir, es ayudar a ganar destreza en aquello para lo que no ha nacido y potenciar y reconocer los pequeños logros.

Diré más, educar en positivo es educar con el ejemplo. Por eso, la experiencia de un niño que oye lamentarse continuamente, expresar quejas de todo y/o todos, criticar a los demás y a uno mismo, mostrar cansancio o pereza, desprecio o burla del prójimo... de la boca de sus padres o maestros, es difícil que consiga ser positivo, y en consecuencia, que sea feliz.


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