viernes, 26 de junio de 2015

El verano ya llegó

Y con él la piscina, el deporte al aire libre, las comidas a las 4 y las cenas a la fresca... Me encanta el verano y el de este año más, porque me trae cosas muy buenas: ya soy oficialmente Maestra de Educación Primaria y tengo la inmensa suerte de seguir trabajando en Highlands el curso que viene.

Pero no es tiempo de pensar en trabajo, es tiempo de pensar en descansar, en divertirse, en convivir, en disfrutar de quienes nos rodean.


En estos días de vacaciones el vínculo familiar que se crea y los recuerdos que nacen pueden durar para toda la vida. Es importante que los niños valoren y aprecien lo que se les ofrece, sea lo que sea; un viaje, un helado, una tarde de deporte en familia, una excursión o un día en la playa. Para ello, es crucial demostrar que para los papás también es importante disfrutar de ese tiempo con ellos.



Sin embargo es recomendable pensar más a medio o largo plazo que a corto: todo el trabajo desarrollado entre padres y profesores durante el curso no debe "irse al traste" en verano. Los hábitos de alimentación y sueño que hemos logrado inculcar deben respetarse en la medida de lo posible, con mayor flexibilidad pero sin descuido ni dejadez. La estabilidad y la constancia son los mejores aliados para los padres y los niños. El verano funciona mejor si no se tira todo por la borda.

Por otra parte, el verano es un tiempo excelente para entrenar algunas habilidades jugando. Los niños de la etapa de infantil tienen deberes tan o más importantes que los de primaria: hacer castillos de arena, dibujar libremente con cualquier material y en cualquier soporte, estar en contacto con la naturaleza, hacer experimentos, mezclas y pastetas, ir en bici, jugar a contar conchas en la playa, a clasificar piedras, hacer manualidades con los "tesoros" que encuentran, hacer sus propios helados viendo como lo líquido se solidifica y después vuelve a su estado inicial, jugar a juegos de mesa en familia, cuidar de una planta, inventar historias con sus amigos e interpretarlas a sus papás, jugar al aire libre, bailar, observar, disfrazarse, hacer collares y pulseras...



En definitiva, momentos para no olvidar.

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