miércoles, 1 de julio de 2015

Hecho realidad

Muchas veces el dibujo es una actividad que entretiene y divierte a los niños, sobre todo a aquellos quienes tienen las manitas predispuestas a coger los lapices y colores.

Cuando un niño empieza a dibujar, los garabatos no tienen ningún significado, al principio son líneas o puntos, luego garabatos descontrolados que emborronan toda la superficie. En esta fase, conviene dejar libertad de exploración al niño, ofreciéndole materiales variados para pintar en grandes soportes. 


El primer gran salto artístico surge con el garabateo controlado. El dibujo empieza a cobrar vida y a aislar elementos que ya tienen un significado y nombre muy evidente para el autor, no tanto para el espectador. Y poco a poco, como quien no quiere la cosa, un día sale una redonda a la que pondrán dos bolitas y habrán hecho su primera representación del cuerpo humano. Tras esto, la boca, quizá la nariz, el pelo, las larguísimas piernas (¡quién las pillara!), los brazos que salen como cohetes de la cabeza... Y se darán cuenta de que faltan las manos, los pies, las orejas. Por último, un día le pondrán tronco y cuello y entonces, habrán completado su primera figura humana.



Amaro (una de mis Abejas) y sus hermanos, por ejemplo, van a regalar a su papá un dibujo por su próximo cumpleaños. Para ellos el resultado es el mismo que para un artista consolidado: arte, significado, belleza subjetiva. Alejandra Prat nos lo muestra en su blog para la revista HOLA, Entre papillas y mascarillas.

Pero cuando los niños empiezan a dominar el dibujo, los mayores tenemos la tendencia de intentar que pinten "algo": un sol como un círculo con palitos en su perímetro, o una casa formada por un cuadrado y un tejado... Es importante que dejemos que la copia de la realidad surja de manera natural y espontánea. Cuando un niño dibuja, debemos atender a su punto de vista, a sus objetivos y a lo que él ha interpretado y pretende representar. Por abstracto que nos parezca, es su manera de plasmar la realidad.



Lo que pocas veces logramos es el proceso inverso: que vean sus dibujos realidad. Pues bien, esto es posible. Existe una empresa, Child's Own Studio que se dedica a convertir las creaciones 2D de los niños en peluches y muñecos, rozando la exactitud.










Ver más aquí.

¿Os imagináis lo que supone para un niño tener entre sus manos un muñeco diseñado por él mismo? ¡Qué chulada!

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