lunes, 27 de julio de 2015

Sin vacaciones

Con "mi experiencia" me atrevo a decir que no todo vale, no todo se tiene que tolerar, porque la educación también se produce en lo que no se permite.



He leído la definición que da Enrique Rojas sobre educación y que cito a continuación:
En la educación no hay vacaciones. Educar es convertir a alguien en persona. Educar es hacer que un ser humano tenga criterio y dignidad. Es seducir con modelos sanos, atractivos, coherentes y llenos de humanidad. Educar es seducir con los valores. Atraer por encantamiento y ejemplaridad hacia lo mejor.
La permisividad y el consentimiento son "pan para hoy y hambre para mañana". Tranquilizan al niño en un momento de rabieta o enfado, lo distraen mientras atendemos otras obligaciones y lo entretienen mientras hablamos o descansamos pero nada más. 

A largo plazo, todas estas concesiones pasan factura. Resultará mucho más complicado decir no y lograr la obediencia cuanto más tiempo tardemos en empezar a utilizar la autoridad y el respeto como valores educativos. 


A veces es difícil mantenerse firme en una posición determinada ante niños pequeños. Los queremos, los vemos tristes o enfadados, pensamos que lo están pasando mal a causa de una orden o de una prohibición y es entonces cuando cedemos. Sin embargo, las barreras que van encontrando en su camino les ayudan a formar una personalidad y a desarrollar una conducta basada en valores y en el respeto a los mayores que les ayudarán a superar obstáculos mayores en el futuro.

Las vacaciones escolares y laborales no incluyen las educativas. La educación de un niño se forja en cada minuto de su infancia, en lo que hace y en lo que deja de hacer, en lo que fomentamos y en lo que limitamos. 


Así que no cabe otra que aceptarlo, nunca estaremos de vacaciones mientras haya niños a nuestro alrededor.

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