lunes, 23 de noviembre de 2015

¡No me gusta!

Pues resulta que la alimentación no solo tiene una incidencia directa sobre nuestro físico sino que también influye en nuestro desarrollo psicológico. Ofrecer una dieta saludable a los niños es garantizarles todas las herramientas para desarrollar todo su potencial, no solo en el cole, también en su vida cotidiana. Una dieta saludable nos ayuda a ser más fuertes, sanos, con mayor capacidad de resiliencia y más felices.

Según el programa "L'ofici d'educar" (El oficio de educar) en su capítulo sobre "Niños y alimentación consciente" emitido por Catalunya Ràdio, una exposición temprana a alimentos grasos podría reconfigurar el cuerpo de los niños de manera que siempre quieran ese tipo de alimentos.

Según Rafael Bisquerra, director del Posgrado en Educación emocional y bienestar de la UB, las rutinas familiares giran en torno a la mesa y suelen ir acompañadas de otras muchas emociones que convierten esos momentos en algo más especial, que nos permiten experimentar un bienestar consciente. En los países desarrollados la alimentación destaca por su exceso tanto en cantidad como en calidad: demasiadas grasas y azúcares, sal, grasas animales... No obstante, los efectos de una alimentación sana repercuten en los genes que se transmiten de generación en generación así que las decisiones que tomamos relacionadas con la alimentación tienen un efecto directo sobre nuestra descendencia.

El resumen de lo que significa alimentación saludable es: evitar al máximo todos los alimentos procesados, consumir alimentos próximos a la naturaleza (frutas, verduras) e integrar el concepto de estacionalidad. 

Las chuches son el mayor enemigo en esta etapa: los niños tienen que entender que los azúcares (también los de la bollería industrial, zumos envasados...) les "quita las cosas buenas" que tienen en su organismo como el calcio o el hierro. Otra guerra es el pescado, algunas verduras... 


Es importante poner a su alcance toda la información, adecuada a su nivel, de manera que sean conscientes de qué necesita su cuerpo para funcionar bien. A partir de 3 o 4 años comprenden perfectamente el funcionamiento de la pirámide de los alimentos así como de lo que es saludable y lo que no. Puedo dar fe de ello porque el proyecto de Alimentos de P3 y P4 del curso pasado fue todo un éxito.


Los padres deben ser el principal ejemplo de una alimentación sana, una dieta rica y variada. Los niños hacen lo que ven, si mamá no come fruta o si papá nunca toma verdura cuando toca para cenar... difícilmente los niños querrán comérselo.

Mi profesora de alimentación decía: "con la insistencia llega la preferencia". Si queremos que los niños coman saludable, tenemos que insistir en ofrecerles una dieta de ese tipo, en especial aquellos alimentos más "complicados de vender". Con el tiempo, veremos como rechazan alimentos poco saludables. Ante el típico "no me gusta..." responderemos siempre: "pruébalo y si de verdad no te gusta, no te lo comes".





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