lunes, 25 de julio de 2016

Mi equipaje

Ya se termina mi estancia en Woodlands. El jueves cierro la maleta y vuelvo a Barcelona con una experiencia más a mis espaldas. 


He mejorado mi inglés y el funcionamiento de la academia, he conocido a muchas personas de otras culturas, he descubierto Irlanda con su clima tan particular y sus rincones espectaculares y también me he conocido un poco mejor a mí misma. En tres días cierro la red door.


Además he conocido otros aspectos de las niñas de entre 9 y 14 años que la vida escolar no te deja apreciar. En una experiencia como un Summer Camp en el extranjero, palabras como esfuerzo, responsabilidad, independencia y autonomía se convierten en necesarias. Especialmente las niñas más pequeñas se dan cuenta de lo que supone estar lejos de casa e inmersas en otro idioma que no es el suyo. 

Otra de las expresiones que más se oye es "en mi casa me dejan" o "en mi casa no tengo que hacerlo" especialmente durante las comidas y los hábitos de sueño y orden. Me ha sorprendido el contraste que hay en los estilos educativos y lo evidente que se hace la educación que dan los padres en casa  (para bien y para mal) cuando convives con sus hijas por un tiempo. Aquello de que "se educa con el ejemplo" y que tantas veces hemos repetido en este blog es totalmente cierto. 

En lo que respecta a su desarrollo, no hay nada mejor que dar a un niño autonomía, afecto y responsabilidades para que crezca con seguridad y buena autoestima. Cuanta más confianza depositamos en ellos más seguros y capaces serán el día de mañana.

En este sentido también ha sido llamativo ver el valor que las niñas dan al dinero. Algunas han sido capaces de ahorrar y esperar a comprar el regalo que realmente andaban buscando para su mamá mientras otras disponían de una cantidad casi aberrante de efectivo y han despilfarrado en caprichos que no corresponden a las necesidades de una niña de su edad (casi ni de la mía...). 


Por otro lado es importante educar en los hábitos de alimentación. Enseñar a los pequeños a probar de todo, a comer variado y a ser respetuosos y agradecidos con aquellos que preparan la comida es algo que está al alcance de todos. He visto niñas sacar el relleno del sandwich o la cobertura de la pizza porque sólo les gusta el jamón de casa, otras que "en casa no comen puré ni pescado que no esté hecho a la plancha" y por lo tanto, no cenan... Otras que se abalanzan sobre la comida sin pensar en la ración que pueden ingerir ni si en alguien más va a querer comer. Es importante hacer de la comida en familia un momento placentero y educativo. El lado positivo  es que nunca es tarde para ponerse a ello.


Como decía, cierro mi equipaje con todas estas experiencias y algunas más que reservo para mí. 

¡El próximo post lo escribo desde España!

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