lunes, 3 de junio de 2013

F A M I L Y

El otro día vi este acrónimo y me pareció fantástico:


La familia, por norma general, es el primer hábitat del recién nacido; el primer núcleo social en el que convive y una fuente riquísima de experiencias y estimulación. Depende de cómo sea la convivencia, del nivel socio-económico, el tipo de familia y el estilo de los padres de que ésta sea un lugar enriquecedor o no para el niño.


De hecho, la familia, y en concreto los padres, responsables últimos de la vida del niño que acaba de llegar; pueden hacer que ese ser que está creciendo sea una maravilla o un fracaso el día de mañana. Es tarea harto complicada.

El psicólogo, doctor en medicina, filósofo,... y orientador familiar Aquilino Polaino escribió, lo que para él son,  "Los 10 principios para mejorar la autoestima en la familia". Según él mismo indica, son diez ideas potentes para proteger a la familia de la rutina, el individualismo, la ruptura y las frustraciones.
1- Disponibilidad
Consiste en dedicar tiempo (¡que es lo que menos tenemos!) a atender a nuestros hijos y esposo/a. Con los adolescentes, por ejemplo, no vale lo de “este tema ya lo hablaremos el sábado con tranquilidad, cariño”. Para el sábado, tu hija de 13 años ya se ha emborrachado con una amiga y van a hacer lo que se les ocurra, porque el padre estaba "deslocalizado", como las empresas. Hay que estar disponible, porque hay problemas que sólo se arreglan en el momento en que el otro se anima a plantearlo y pide ser escuchado. Recordemos que nuestros padres, al morir, sólo nos dejan realmente el tiempo que pasaron con nosotros. Demos tiempo al otro.
2- Comunicación padres-hijos: que los padres hablen menos y escuchen más.
En muchas familias, cuando un padre o madre dice “hijo, tenemos que hablar”, el chaval piensa “uy, malo, malo”. ¿Por qué? Porque sabe que los padres cuando dicen “tenemos que hablar” quieren decir “te voy a soltar un discurso por algo tuyo que no me ha gustado”. Esto cambiaría si los padres se hicieran un propósito: dedicar el 75% a escuchar y sólo el 25% a hablar. Escuchar a los hijos (o al cónyuge, a cualquiera) es un esfuerzo activo. Hay que soltar el diario, quitar el volumen de la TV, girar la cabeza hacia quien te habla, mirar a los ojos, expresar atención. Eso es escucha activa, que es la que sirve para mejorar la autoestima de tu familia.
3- Coherencia en los padres y autoexigencia en los hijos
Uno es coherente cuando lo que piensa, siente, dice y hace es una sola y misma cosa. No tiene sentido decirle a los niños desde el sofá: “eh, vosotros, ayudad a mamá a quitar la mesa”. Hay que dar ejemplo primero. Tú, padre, has de quitar la mesa durante 5 días, que te vean. El quinto día dices a tu hijo: “venga, ahora entre los dos”. Y dos días después: “estoy orgulloso de ti, ahora ya has aprendido y ya puedes quitar la mesa tú sólo”. Y él se sentirá orgulloso de quitar la mesa. Así aprenden a autoexigirse, que es mucho mejor que tenerlos vigilados 24 horas al día. Esto es un progenitor potenciador, motivador, animador y protector al mismo tiempo. También pedimos a los niños que estudien pero ¿nos ven a nosotros estudiar, leer revistas de nuestro oficio, ponernos al día en nuestra especialidad? Hemos de poder decir: “mirad, hijos, nosotros también estudiamos”.
4- Tener iniciativa, inquietudes y buen humor, especialmente con el cónyuge
Estos tres factores son útiles para la autoestima familiar. En España el buen humor no suele escasear. Pero la rutina es un enemigo en las relaciones conyugales y con los hijos. El punto clave es que haya creatividad e iniciativa en la vida de pareja y eso se contagiará a toda la familia. Las mejores horas deben ser para compartir con el esposo o esposa. Ser papá o mamá no debe hacernos olvidar que somos “tú y yo, cariño, nosotros”. Creatividad e iniciativa protegen a la pareja de la rutina. Cuando hay rutina, es fácil que uno de los dos busque la “magia” añorada fuera, en otras relaciones. Por el contrario, si la pareja va bien, los hijos aprenden su “educación sentimental” simplemente viendo cómo se tratan papá y mamá, viendo que se admiran, se halagan, se alaban, son cómplices. “Cuando sea mayor trataré a mi mujer como papá a mamá”, piensan los niños entusiasmados. Eso les da autoestima.
5- Aceptar nuestras limitaciones, y las de los nuestros
Hay que conocer y aceptar tus limitaciones, las de tu cónyuge, las de tus hijos. Pero es importantísimo no criticar al otro ante la familia, no criticar a tu cónyuge ante los niños, o a un niño ante los hermanos, comparando a un hermano “bueno” con uno “malo”. Eso hace sufrir al hijo y le quita autoestima. Es mejor llevarlo aparte y hablar.
6- Reconocer y reafirmar lo que vale la otra persona
Seamos sinceros: no tiene sentido que andemos llamando “campeón” a nuestro niño que nunca ha ganado nada. Si ha perdido un partido de fútbol, no le llames campeón. Ha de aprender a tolerar la frustración, acompañado, eso sí. También hemos de saber (grandes y pequeños) que somos buenos en unas cosas y no en otras. “Hijo, pareces bueno en A y en B, pero creo que C no es lo tuyo”. Reafirmemos al otro en lo que vale, y se verá a sí mismo como lo que es, una persona valiosa.
7- Estimular la autonomía personal
Uno se hace bueno a medida que va haciendo cosas buenas. Es importante que lo entiendan los hijos. Lo que se hace es importante: hacer cosas buenas nos hacer buenos a nosotros. Esta idea ayuda a tener autonomía personal, hacer las cosas por nosotros mismos, para mejorar nosotros.
8- Diseñar un proyecto personal
No irás muy lejos si no sabes donde quieres ir. Quedarte quieto no es factible, uno tiende a volver a quedarse atrás. Has de tener un proyecto personal para crecer, y atender y ayudar a discernir y potenciar los proyectos de los tuyos.
9- Tener un nivel de aspiraciones alto, pero realista
Hemos de jugar entre lo posible y lo deseable. Si aspiramos alto, nos valoraremos bien, tendremos autoestima. Pero, ¿es factible? Debemos conjugar un alto nivel de aspiraciones con la realidad de nuestras capacidades y recursos. 
10-Elijamos buenos amigos y amigas
El individualismo es el cáncer del s.XXI. Nosotros y nuestros hijos estamos atados a máquinas gratificantes: el DVD, la TV, la videoconsola, Internet... El trabajo en solitario va minando la amistad verdadera. ¡Los amigos comprometen mucho y al individualista no le gustan los compromisos!
Sin embargo, necesitamos más que nunca amigos humanos, personas, grandes y buenos amigos, con los que compartir muchas horas, conversaciones sinceras y cercanas, amistades de verdad, que te apoyen y te conozcan auténticamente, que te acepten con tus fallos y potencien lo mejor en ti. Seleccionar amigos así para ti y para los tuyos es la mejor inversión.


 ¿Quién dijo que esto de la familia fuera fácil? ¡A por el reto!

6 comentarios:

  1. Realmente educar no es fácil. Como madre te puedo decir que es un camino largo y duro, pero, al mismo tiempo lleno de grandes recompensas. Cuando tienes el privilegio de ser madre adquieres una de las mayores responsabilidades de la vida: tu hijo. En nuestras manos esta lo que será de él en el futuro, por eso es muy importante el trabajo del día a día, la constancia, el sacrificio y el equivocarte y volver a empezar!
    Una vez más, felicidades por tu blog, estamos enganchados, Viqui

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  2. Tienes la suerte de tener una gran familia!! Disfrútala ;)

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  3. Anónimo6/6/13 19:40

    Hola Ana, ayer tu madre me pasó la referencia de tu Blog. Te felicito, he leído el último post y, aunque soy abuelo, me ha hecho reflexionar.
    Un abrazo, Pedro.

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  4. Hola Pedro! qué ilusión tenerte como lector!!

    La verdad es que es un texto que hace reflexionar ya seas abuelo, tío, hermano, padre o hijo.

    Espero que te haya gustado y que vayas visitándome de vez en cuando por aquí.javascript:void(0)

    Un abrazo!

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  5. Cuanto más me leo este artículo más interesante lo encuentro. Com maestra muchas veces me encuentro que los padres no van a la una en cuanto a los criterios de educación y, me encuentro con niños desorientados, con dificultades en la adquisición de los hábitos, de la autonomía, con niños sobreprotegidos y con algún miembro de la pareja que delega en el otro por no poder más o no saber como hacerlo. En estos casos el trabajo entre familia-colegio es importantísimo, a veces es un camino lleno de dificultades ya que a todos nos cuesta reconocer nuestros errores!,,

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  6. Las relaciones familia-escuela son muy importantes para la educación de los hijos. Es importante que ambas partes sepan estar en su sitio: ni somos amigos ni se trata de una entrevista técnica. Saber escuchar, dejarse aconsejar, no entrometerse... Siempre, entre padres o en la relación entre familia-escuela hay que actuar y hablar pensando en el bien del niño.

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