domingo, 27 de abril de 2014

Plan Z

El pasado 9 de febrero, el periódico El Mundo publicaba un artículo titulado "Aprender a estudiar, asignatura pendiente".

Dicha publicación se centraba en el fracaso escolar considerando tanto sus causas como sus efectos. El análisis que hace la periodista Teresa Guerrero basado en las declaraciones de algunos expertos en educación es el siguiente:
  • El fracaso escolar no es solo un problema de capacidad del alumnado, sino de motivación, autoestima y metacognición.
  • El fracaso escolar genera insatisfacción en el alumno y problemas en el entorno familiar.
  • Se requiere de estrategias de comprensión que conviertan un aprendizaje en un saber de por vida.
  • El aprendizaje exitoso es el resultado de hábitos y actitudes basados en la motivación y la autoestima y regulados por una buena metodología.
  • La voluntad debe de ir unida a la motivación para lograr activar los ingredientes necesarios para tener éxito en la vida escolar.

En este punto la actitud del profesor es crucial: encontrará el éxito de sus alumnos en el momento en que conecte emocionalmente con ellos. Tenemos que saber qué les gusta y cuál es la mejor manera de que ellos lo aprendan. El buen ambiente debe reinar en el aula, sin dejar de ser disciplinado y organizado, debe buscar a la vez, interacción y motivación. 


El autoconcepto puede ser un gran lastre personal para un niño con dificultades de aprendizaje, no obstante, debemos ayudarle a transformar las limitaciones en objetivos alcanzables para que la sensación de éxito se apodere de él y derive en un autoconocimiento optimista, que le ayude a enfrentar la vida con fuerza y espíritu de superación.

Y no sólo los niños con dificultades deben afrontar su vida académica (y personal) así. Todos podemos crecer y mejorar en uno (o muchos) aspectos de nuestra vida. La voluntad de hacerlo depende de nosotros mismos.


Nosotros, padres y maestros, podemos ayudar a los niños a alejarse de las dificultades empezando por la comprensión lectora, que es la base de todo posterior aprendizaje. Tras la lectura de un cuento o de las instrucciones de un juguete, debemos cerciorarnos de que el niño ha entendido bien aquello que ha oído, haciéndole preguntas o pidiéndole que nos lo explique, y cuando tenga la madurez suficiente, incluso puede sacar conclusiones y generalizar el contenido.

Desde los seis años los niños pueden realizar actividades para habituarse a pensar, resolver problemas y tomar decisiones. Hay que introducir las emociones y desarrollar la empatía tanto en el aula como en casa. Las técnicas de estudio que se empiezan a aplicar en la Primaria, deben favorecer la comprensión más que la memorización (hoy en día obsoleta gracias a las TIC).
No olvidemos que cualquier momento es perfecto para mejorar nuestra capacidad para aprender. Siempre estamos a tiempo de cambiar el plan para llegar a la meta.

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