Creo que el optimismo es una de las mejores virtudes que
puede tener una persona.
Wiston Churchill dijo: “un
optimista ve una oportunidad en toda calamidad, mientras que un pesimista ve una
calamidad en toda oportunidad”.
Y luego está aquello del vaso medio lleno; el lado positivo;
a falta de pan, buenas son tortas; a grandes males, grandes remedios; al mal
tiempo buena cara; cuando una puerta se cierra se abre un ventanal; quien canta,
su mal espanta; lo que toca, toca y con alegría…
Se puede considerar optimismo como una condición que permite
a cada uno “optimizar” la situación en la que se encuentra con realismo,
buscando sacar lo mejor, lo positivo antes de centrarse en las dificultades. No
obstante, hay una condición imprescindible para ser optimista: confiar en
alguien. El optimista cree en los demás, el pesimista sólo cree en sí mismo.
Es importante que los niños confíen en sí mismos, tengan
seguridad y buena autoestima, pero todo esto no les hará ser optimistas si no confían
en los demás, si no los necesita; ya que pronto perderá los motivos para
esforzarse y exigirse a sí mismo. El servicio a los demás es lo que motiva y hace feliz a
la persona.
¿Qué hacemos para inculcar y desarrollar el optimismo en los
niños? De entrada, procurar ser optimistas, por aquello de educar con el
ejemplo.
Cuando los niños son pequeños deben vivir en un ambiente
alegre, ajenos a las preocupaciones. Deben ver valorados y estimulados sus
puntos fuertes y sus cualidades. Al mismo tiempo no hay que sobreprotegerles ni
evitarles reconocer sus propios fracasos, porque de ellos también se aprenden. La
frustración bien dosificada es un impulso a seguir intentándolo (insisto,
dosificada: la frustración desmesurada puede provocar desmotivación y
pesimismo).
Metas que supongan un reto pero que sean alcanzables, claras
y concretas. Confianza en el adulto, en los compañeros, en el entorno. Ambiente
alegre y amable. Facilidad para tomar decisiones y autonomía para
responsabilizarse de sus consecuencias. Crecer y mejorar como persona y como
miembro de una sociedad (familia, escuela, ciudad…).
El optimismo se puede entrenar físicamente además de emocionalmente:
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